Rusia
Terrorismo telefónico en la Rusia de Putin
Una cadena de avisos de bomba trae de cabeza a la Policía rusa, que se ha visto obligada a desalojar 2.640 edificios en 170 ciudades en virtud de la ley que obliga a evacuar cualquier zona amenazada.
Una cadena de avisos de bomba trae de cabeza a la Policía rusa, que se ha visto obligada a desalojar 2.640 edificios en 170 ciudades en virtud de la ley que obliga a evacuar cualquier zona amenazada.
las llamadas empezaron a producirse hace un mes y ya han causado millones de euros en pérdidas. La planificación sistemática y los recursos técnicos empleados hacen pensar a las autoridades que se trata de algo más que una simple gamberrada. El esquema siempre suele ser el mismo. La llamada procede del extranjero, y un hombre, en un perfecto ruso, advierte de que hay una bomba en el edificio. No hay tiempo para más.
La escena se ha repetido en 170 ciudades de Rusia, y ha obligado a desalojar 2.640 edificios. Casi un millón de personas se han visto afectadas por esta oleada de «terrorismo telefónico», tal y como lo definen los responsables del país, y el FSB (Servicio Federal de Seguridad ruso) ha cuantificado en casi 4,3 millones de euros las pérdidas causadas por los falsos avisos de bomba.
«Los hemos identificado. No fue fácil. Puedo decirles que son ciudadanos rusos y que se trata de cuatro individuos que actualmente se encuentran en el extranjero», avisó ya el 5 de octubre Alexander Bortnikov, responsable del FSB, en declaraciones recogidas por la agencia Interfax. Bortnikov añadió que el proceso técnico para identificarlos había sido especialmente complicado dado que, además de que las llamadas procedían de terceros países, para realizarlas «están usando tecnologías IP, y localizar su ubicación es difícil. No somos los únicos que lo reconocen. Nuestros socios que también trabajan en el tema lo admiten».
La primera oleada de llamadas comenzó en la noche del 10 de septiembre y se prolongó durante la madrugada del 11, pocas horas después de que se cerraran los colegios electorales en la jornada para elegir a 17 gobernadores y diversos representantes locales. Uno de los primeros lugares en recibir estas llamadas fue la administración local de Omsk, una ciudad siberiana de algo más de un millón de habitantes. Al ayuntamiento le siguieron varios cines y centros comerciales, y al día siguiente, de nuevo, volvieron a amenazar a la administración local. Magadan, Stavropol, Krasnoiarsk, Ufa, Riazan, Novosibirsk y Ekaterimburgo –la tercera y la cuarta ciudad más grandes del país– fueron también objetivo en aquellas primeras jornadas.
«Teniendo en cuenta la sincronzación de los acontecimientos, no se trata simplemente de una oleada de gamberradas telefónicas. Se trata de una acción centralizada, planificada, cuidadosamente preparada y con un coste significativo», afirmó ya en los primeros días el teniente coronel del FSB retirado y veterano del grupo antiterrorista Alfa, Alexei Filatov.
Para hacerse una idea de la intensidad de la campaña, basta decir que sólo el 6 de octubre tuvieron que desalojarse edificios de 18 ciudades, incluida Moscú. «Recibimos informes de amenazas de bomba en 316 lugares de concentración masiva de personas, entre ellos 130 edificios en Moscú. En total fueron evacuadas más de 126.000 personas», declaró un portavoz de los servicios de emergencia rusos a Sputnik.
La hipótesis inicial de que los culpables eran seguidores rusos de Estado Islámico ha sido paulatinamente abandonada y por ahora las autoridades sólo hablan de que las llamadas proceden de «estados vecinos». En este sentido, las relaciones entre Rusia y Ucrania, por ejemplo, pasan por su momento más bajo desde la ruptura de la URSS, con el contencioso de Crimea y la «supuesta» injerencia rusa en el conflicto que mantienen Kiev y las provincias separatistas del Donbas de fondo. Es por ello que todas las miradas no tardaron en posarse en el vecino ucraniano.
Sin embargo, el experto en contraterrorismo Joseph Linder considera que «las personas identificadas por nuestros servicios de seguridad podrían estar en cualquier lugar del mundo y redirigir después las llamadas, existe la tecnología para ello». «Para el terrorismo telefónico sólo se necesita un teléfono. Cambia la tecnología, pero el objetivo es el mismo: crear una atmósfera de miedo y desconfianza entre la población y tensionar al máximo a los servicios de seguridad», explica.
En cuanto a los motivos, Linder defiende que «Rusia tiene su propia posición en la arena internacional y no a todos les gusta; como consecuencia, hay fuerzas que preparan este tipo de ataques. Aunque claro que habrá que esperar a que los identificados sean detenidos para conocer sus motivaciones, apunta a que las llamadas podrían proceder «de grupos de la oposición, ser obra de los servicios de otro Estado o incluso de gamberros». A la pregunta de por qué siempre se le da fiabilidad a este tipo de llamadas, Linder explica que hay una ley que regula cómo reaccionar frente a estas amenazas, y siempre hay que comprobar que un edificio está limpio tras recibir un aviso, aunque se sospeche que es falso. En cuanto a la detención de los sospechosos, Linder recuerda que «al hablar de una extradición, incluso entre países aliados, es un proceso que puede tardar meses o años».
Aaiso al consulado español
El 26 de septiembre, el consulado de España en Moscú también fue víctima de uno de estos falsos avisos. «Fue una llamada anónima diciendo que había una amenaza de bomba e inmediatamente colgaron, sin dar explicaciones», explica la cónsul general, Itziar Taboada.
«Siguiendo los protocolos de actuación en estos casos, en coordinación con la Policía Nacional española que está a cargo de la seguridad del edificio, desalojamos y avisamos a los agentes rusos. Pero una vez confirmado que era una falsa alarma continuamos con nuestra jornada laboral», comenta. Taboada señaló que no ha habido una continuación de este tipo de llamadas al Consulado y que no existe ningún indicio para pensar que la acción guardara relación con el organismo o con España.
Tanto Filatov como Linder coinciden en señalar que las llamadas, que se iniciaron durante unas elecciones regionales y de distrito, probablemente se prolongarán hasta los comicios presidenciales del 18 de marzo de 2018. «Aparentemente tienen planes a largo plazo con vistas a la celebración de las próximas elecciones», afirmó el teniente coronel retirado.
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