Partido Republicano
Trump aparca el muro para aprobar los presupuestos
Republicanos y demócratas se niegan a incluir la partida para iniciar la valla y buscan un acuerdo que evite el «apagón» de la Administración
Republicanos y demócratas se niegan a incluir la partida para iniciar la valla y buscan un acuerdo que evite el «apagón» de la Administración
Hace días había empezado ya la cuenta atrás para lograr un acuerdo sobre la ampliación de los presupuestos hasta que termine el año fiscal el 30 de septiembre y evitar así el vergonzoso «apagón» del Gobierno el viernes a medianoche. Sin embargo, en un nuevo golpe de timón, ayer el presidente Donald Trump afirmó que quizá habría que retrasar la construcción del muro en la frontera con México debido a la falta de acuerdo entre los legisladores sobre los fondos para financiarlo.
Esta promesa electoral de Trump tendría un coste aproximado de unos 20.000 millones de dólares. Para los congresistas republicanos, sin embargo, no representa una prioridad. Ningún legislador conservador, más preocupados por las necesidades de sus propios distritos, está por la labor incluir en la mesa de negociaciones ni siquiera los 1.400 millones de dólares iniciales necesarios para empezar el proyecto de construcción.
Por su parte, los demócratas, a los que Trump necesita para sacar adelante su plan de ampliación presupuestaria, ya han advertido de que bloquearán cualquier medida que contenga fondos para este proyecto, un símbolo que representa la amenaza a todo lo que los demócratas defienden.
Tal y como le sucedió con sus planes para modificar la ley sanitaria de Obama, Trump se quedó ayer de nuevo sin opciones. Una vez más. Si no se aprueba un plan de gasto que cubra del 29 de abril al 30 de septiembre antes de este sábado, el presidente republicano se enfrenta al vergonzoso «apagón» de la Administración por falta de fondos, justo cuando se cumplen los cien primeros días de su Gobierno. Esta medida supondría el despido temporal de funcionarios federales. Los republicanos tienen mayoría en las dos cámaras del Congreso, pero en el Senado necesitan al menos 60 votos y disponen sólo de 52 escaños. Los líderes demócratas ya han advertido de que no darán su apoyo a ningún documento que incluya fondos para el muro fronterizo.
En este caso, no se trata tanto de un rifirrafe entre republicanos y demócratas, sino de un enfrentamiento entre los republicanos del Congreso y el propio Trump, poniendo de manifiesto que miembros de su partido le han perdido el miedo. Hasta ahora, el guión decía que los congresistas republicanos cumplirían con Trump hasta que éste presentase su reforma fiscal, fundamental para sus intereses. Además, el choque entre el Partido Republicano y el presidente vuelve a cuestionar la incapacidad del portavoz de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, para conseguir los apoyos necesarios en el Capitolio.
El líder del Partido Demócrata en el Senado, Chuck Schumer, aplaudió la concesión de Trump y consideró «muy buena noticia» que el presidente «saque el muro de la mesa de negociaciones» para lograr un acuerdo presupuestario esta semana. De esta forma, añadió, se evita «una lucha innecesaria por un píldora envenenada que no apoyan miembros de ambos partidos».
Pese a todo, en el Capitolio nadie cree que el inquilino de la Casa Blanca haya abandonado sus planes de construir el muro, que tan bien le funcionó en sus discursos de campaña para llamar la atención de los votantes de clase trabajadora. La cuestión es cuándo aprobará el Congreso el presupuesto que permita empezar el proyecto. «No dejen que los medios de comunicación falsos les digan que he cambiado mi postura sobre el muro. Se construirá para frenar las drogas, el tráfico humano, etc.», escribió el presidente en su cuenta de Twitter. Pero parece ya que es demasiado tarde para el presidente, que como todos los anteriores llegó a la Casa Blanca para cambiar las formas de hacer las cosas en Washington. Y como siempre ha sido la ciudad la que ha podido con él.
Precisamente hoy está previsto que la Casa Blanca presente el contenido de esta ley, mediante la cual se quiere reducir el impuesto de sociedades del 35% al 15%, según informó ayer «The Wall Street Journal». Esa decisión, según ha defendido Trump, busca evitar que empresas estadounidenses fijen su sede fiscal en países con unas tasas tributarias menores, pues cree que si se bajan los impuestos en Estados Unidos habrá una masiva repatriación de capitales.
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