Elecciones en Estados Unidos
Trump despidió al jefe del FBI por pedir más fondos para investigarle
Republicanos y demócratas exigen una comisión independiente para conocer la verdad sobre los lazos entre la Casa Blanca y Moscú que investigaba James Comey. Su negativa a conceder la inmunidad al ex asesor de seguridad del presidente habría sido crucial en su caída.
Republicanos y demócratas exigen una comisión independiente para conocer la verdad sobre los lazos entre la Casa Blanca y Moscú que investigaba James Comey. Su negativa a conceder la inmunidad al ex asesor de seguridad del presidente habría sido crucial en su caída.
Washington levantó ayer la voz contra la decisión del presidente Donald Trump de relevar al director del FBI, James Comey. Republicanos y demócratas se unieron para mostar sus discrepancias con el autoritarismo del mandatario, que argumentó su decisión en la falta de diligencia del jefe de la agencia en relación a la investigación sobre el uso inapropiado del correo electrónico de Hillary Clinton y a que nadie se fiaba de él en Washington. Sin embargo, todos miraron más allá de esta explicación, que resultaba naíf e insuficiente, más aún cuando dichas pesquisas concluyeron dos semanas antes de las elecciones presidenciales (y que fue clave en la derrota de la demócrata) y siendo el propio Trump el que aceptó que Comey siguiera en su puesto cuando llegó a la Casa Blanca. «Es una estrategia clara para ralentizar la investigación sobre la conexión de Trump con Rusia», apuntó el demócrata Richard Durbin.
El factor ruso es la conclusión a la que casi todos llegan. Es decir, la investigación que Comey llevaba a cabo sobre la interferencia rusa durante el proceso electoral de Estados Unidos y la supuesta relación de varios miembros de la Administración Trump con Moscú. Algo que desde el equipo de Trump trataron de desmentir. «Esta decisión tiene cero que ver con Rusia», afirmó tajante Kellyanne Conway, consejera senior de la Casa Blanca.
El nuevo presidente no consiguió cerrar filas ni siquiera entre los conservadores, que consideran que este arrebato agita aún más las aguas turbulentas de Washington y perjudicar seriamente al partido. Justin Amash, republicano de la Cámara de Representantes, tachó el despido de Comey de «estrambótico» y exigió una comisión independiente que investigue la relación de miembros de la Administración Trump con Rusia. Hasta ahora, son tres organismos los que analizan la situación: el FBI, el comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes y otro en el Senado. Tras la caída de Comey queda en el aire qué ocurrirá con sus pesquisas. Es más, según publicó ayer «The New York Times», el hasta ayer director del FBI solicitó la semana pasada más financiación para este asunto al Departamento de Justicia para poder incrementar los medios con que llegar al fondo de la investigación. Una iniciativa que no sentó bien al presidente y que podría haber provocado su despido. De hecho, Comey no sospechaba de las intenciones de Trump y al tiempo que se hacía público su despido él se encontraba en Los Ángeles dando una conferencia. Fue a través de los medios como se enteró y al principio pensó que se trataba de una broma, hasta que recibió la nota del mandatario. Comey pidió estos recursos adicionales durante un encuentro la pasada semana con segundo del fiscal general de Estados Unidos, Rod Rosenstein, según el «Times», el cual se negó «rotundamente» a ello.
Según varias fuentes del FBI consultadas por «The Washington Post», ha sido «un despido orquestado» desde hace tiempo por Trump. Es más, también este diario afirma que Michael Flynn, el ex asesor de Seguridad Nacional al que despidió Trump por haber ocultado pagos de Rusia y Turquía, habría estado tratando de negociar con el FBI su inmunidad, algo a lo que Comey se habría opuesto. En resumen, una serie de movimientos en relación al «factor ruso» que a Trump le irritaban y por eso decidió poner fin a su trabajo. Hasta que se conozca el nombre del elegido del presidente para sustituirle, será el segundo de la agencia Andrew G. McCabe quien ocupe de manera provisional el liderazgo del FBI. Su primera prueba de fuego será este jueves cuando tenga que comparecer ante el Comité de Inteligencia del Senado.
Desde que el magnate aterrizó en el Despacho Oval no han sido pocas las tormentas que han despertado sus decisiones y despidos, porque el de Comey no ha sido el único, aunque sí el más relevante. Fulminó a la fiscal general Sally Yates por negarse a defender su veto migratorio. Bien es cierto que su puesto no iba a prorrogarse ya que Trump iba a colocar a Sessions al frente de la Fiscalía. También despidió a Preet Bharara, el fiscal de Manhattan, poniendo de manifiesto que todo aquel que le plante cara no tiene cabida en la nueva Administración. De hecho, ayer se dedicó toda la mañana a tratar de desprestigiar a Comey destapando errores en su gestión.
En medio de esta polémica, Trump se reunió con el ministro de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, quien tras el encuentro aseguró a los medios que el encuentro fue «muy bueno» y que ambas partes quieren poner fin a la «horrible matanza» en Siria «lo antes posible». La relación entre Washington y Moscú se puso en entredicho cuando Trump lanzó un ataque contra el Ejército sirio de Bachar al Asad, aliado de Putin. Nada sobre Comey. La anécdota de la jornada llegó cuando el ministro ruso fue preguntado sobre la decisión de Trump de despedir a Comey: «¿Fue despedido? ¡Están bromeando, están bromeando!», ironizó Lavrov.
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