Parlamento Europeo
Turquía se revuelve contra el veto de Alemania en la UE
Tanto Merkel como Schulz apuestan por congelar las negociaciones de adhesión.
Tanto Merkel como Schulz apuestan por congelar las negociaciones de adhesión.
La resaca del debate televisado del domingo dejó ayer un claro perdedor: Turquía. Ni el cabeza de lista socialdemócrata, Martin Schulz, ni la canciller Angela Merkel han visto cambiar en demasía su tendencia electoral, pero el futuro de Ankara quedó sentenciado tras las palabras televisadas de ambos líderes que delante de las cámaras coincidieron en poner fin a las negociaciones de adhesión de Turquía a UE. «No creo que se produzca la adhesión y nunca pensé que eso fuera a ocurrir. Está claro que Turquía no debe convertirse en miembro de la UE», aseguró Merkel. Y por si quedaban dudas, ayer su portavoz oficial recalcó esta postura. «Las palabras de la canciller hablan por sí solas», dijo Steffen Seibert. «Por el momento, Turquía no está para nada en condiciones de unirse. De hecho, las negociaciones están inactivas ahora mismo», aseguró antes de recordar que los líderes comunitarios abordarán el asunto en octubre.
Merkel firmó sentencia a uno de los temas más espinosos que han perseguido su carrera política y lo hizo con el beneplácito del Partido Socialdemócrata. De hecho, Schulz aseguró que, de llegar a canciller, «interrumpiría las conversaciones de adhesión. Sobre si habría mayoría para ello habría que verlo, pero al menos hay que pelear por ello».
Es la primera vez desde el agravamiento de las tensiones entre Ankara y Berlín que la esfera política alemana se posiciona de forma tan firme. Es más, la no adhesión no sería la única consecuencia. Merkel aseguró que, si gana las elecciones, cortará los millones de euros que recibe Turquía por el simple hecho de ser candidata a entrar en el bloque comunitario, ya que «se está alejando a toda velocidad de las prácticas típicas de una democracia».
Una posición que llega sólo unos días después de que se diera a conocer el encarcelamiento de otros dos ciudadanos alemanes en Turquía y que también cuenta con el visto bueno de Bruselas. La semana pasada, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, recordó que «Turquía se está alejando a pasos agigantados de la UE y eso hace imposible que pueda unirse». Unas palabras, que fueron repetidas ayer por el portavoz del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas, quien recalcó que la decisión de suspender o romper las negociaciones con Ankara «es algo que decidirán los Estados miembros llegado el momento». Las conversaciones entre Bruselas y Ankara, que comenzaron en 2005, llevan meses en punto muerto debido a la evolución autoritaria de Turquía.
El Gobierno turco no tardó en reaccionar y acusó a Merkel y a Schulz de «avivar el racismo y la discriminación». En su cuenta de Twitter, el portavoz de la Presidencia de Turquía, Ibrahim Kalin, aseguró ayer que «no es casualidad» que ambos políticos germanos «atacaran a Turquía y a su presidente, reflejando así la estrechez de miras de Europa».
Las tensiones turco-alemanas se han agravado después de que Berlín rechazara que varios ministros turcos celebraran mítines en suelo germano en apoyo al referéndum sobre la reforma constitucional. En aquel entonces, Recep Tayyip Erdogan acusó a Alemania de «prácticas nazis», declaraciones que Merkel calificó de «tristes» e «intolerables». Otro punto de divergencia entre los dos países yace en lo que Ankara llama la acogida en Alemania de miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una formación prohibida en Turquía y a la que se le atribuyen numerosos atentados contra las autoridades del país euroasiático.
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