Siria
Un acuerdo volátil
La base de este acuerdo en Siria se tambalea. El mejor fruto posible que podría dar sería el cese de hostilidades por parte de cualquier bando o, en el mejor de los casos, total. El déficit de confianza que rodea estas negociaciones podría ser superado de manera significativa si la parte dominante o la más poderosa mostrase más respeto al proceso. En este sentido, sería de esperar que Asad mostrará con claridad su voluntad real para hacer que el alto el fuego se convierta en un verdadero éxito. Sin embargo, y por desgracia, la muertes recientes provocadas por ataques aéreos en lugares como Idlib evidencian justo lo contrario. El Ejército gubernamental no sólo lanzó una ofensiva sobre un barrio civil dos días antes de la festividad religiosa de Eid al- Adh, sino que con ello también sacudió fuertemente los cimientos a horas de la tregua.
Resulta altamente probable que se produzcan otras violaciones por parte de las fuerzas del régimen en zonas como Alepo, donde Asad y sus aliados afrontan una situación más desesperada, aunque se encargarán, eso sí, de atribuir la responsabilidad de cualquiera de esos ataques a las fuerzas de la oposición. Esta compleja situación sobre el terreno genera una gran bola de nieve que podría evaporar por completo el acuerdo de cese de hostilidades pactado por Kerry y Lavrov.
A esto se le añade además que, por el momento, no hay medios eficaces para controlar si se producen estas violaciones de alto el fuego, por lo que la situación que experimentamos ahora no es diferente a la anterior que vivimos por ejemplo con el pacto de febrero. Otra dura realidad de la situación sobre el terreno sigue siendo que ni Estados Unidos ni Rusia ejercen una influencia efectiva. Los líderes de las diversas milicias presentes en Siria han estado actuando más bien por sus propias convicciones y de forma independiente que por las directrices que han consensuado Washington y Moscú.
*Periodista y académico especializado en Oriente Medio y terrorismo
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