Atentado en Londres
Un alumno brillante que usó el islam como arma contra sus padres cristianos
Michael Olumide Adebolajo era un colegial británico normal y corriente. Nacido en Lambeth en diciembre de 1984, creció en Romford, viajaba a la escuela en el autobús del barrio, jugaba al fútbol, tenía un montón de amigos y le gustaba vestir con ropa deportiva de marcas americanas. En el colegio le definieron como un alumno «ingenioso y brillante». Sus vecinos sí recuerdan alguna anécdota de «típico adolescente», pero jamás imaginaron que un miércoles cualquiera iba a acabar matando a machetazos a un soldado británico en el nombre de Alá. Tampoco se les pasó por la cabeza a aquellos que le veían asiduamente en Woolwich, repartiendo panfletos sobre los musulmanes. A pesar de haberse criado en una familia cristiana, se convirtió al islam por un acto de rebeldía contra sus padres.
A la Policía, sin embargo, el asesinato les cuadró con su perfil. Tanto él como el otro hombre que participó en el atentado –cuya identidad ayer no era pública–, ya habían sido investigados. Durante los últimos ocho años, sus nombres habían aparecido en varios documentos sobre posibles miembros de células terroristas. Uno de ellos fue incluso interceptado por las autoridades hace algún tiempo, cuando intentaba abandonar el país rumbo a Somalia, donde los grupos islamistas entrenan a los jóvenes para la yihad.
Adebolajo y su compañero continuaban anoche hospitalizados, tras los disparos recibidos en el tiroteo con los agentes que acudieron a la transitada calle de John Wilson, alertados por los vecinos. Aunque en un principio se criticó que habían tardado 20 minutos, las autoridades señalaron ayer que nueve minutos después de recibir la primera llamada ya había agentes en el lugar. Pasados 14 minutos, habían llegado los refuerzos.
Tras atropellar y matar con cuchillos de carnicero al soldado Lee Rugby, los dos asesinos permanecieron junto al cuerpo explicando al resto de transeúntes los motivos que les habían llevado a matar a un miembro del Ejército.
Scotland Yard investigaba ayer si éstos actuaron en solitario o siguiendo las directrices de alguna célula islamista radical que anima a jóvenes, principalmente, a llevar a cabo la guerra santa por su cuenta, utilizando cualquier arma que tengan a su alcance. A última hora de la tarde, dos personas más fueron detenidas –un hombre y una mujer de 29 años– sospechosas de conspiración de asesinato. Aunque no se ofrecieron más datos, todo apunta a que los arrestos estaban relacionados con los registros que se llevaron a cabo en seis casas, situadas en Londres y Lincolnshire. Una de las propiedades pertenece a la hermana del sospechoso. Cuatro personas –dos mujeres de unos treinta años, otra más mayor y un adolescente– fueron llevadas hasta la comisaría en un furgón policial para ser interrogadas.
La familia de Adebolajo, de origen nigeriano, siempre fue cristiana y era normal verla los domingos en misa. Tanto el padre como la madre trabajaban en el Sistema Nacional de Salud. El joven, de 28 años, tiene una hermana y un hermano. Los dos chicos fueron a la escuela Marshalls Park. A los 16 años, se trasladó al colegio de Havering para estudiar bachillerato y a los 18 se matriculó en la Universidad de Greenwich, donde vivió en residencias con el resto de estudiantes hasta 2005.
Cuando llegó a la adolescencia, sus padres reconocen que se «les fue de las manos» y empezó a relacionarse con «malas amistades» del barrio de Hackney. Se convirtió al islam en 2003. Tenía 19 años.
En 2005, cuando tuvieron lugar los atentados de Londres, comenzó a asistir a reuniones de la organización radical Al Muhajiroun, ilegalizada tras los ataques. Tanto Anjem Choudary como Omar Bakri Mohammed, fundadores del grupo, recuerdan haber visto regularmente al joven, que había adoptado el nombre de «Mujahid», que significa combatiente. La mayoría de amigos musulmanes de Adebolajo aseguran que no podían creer lo ocurrido. Otros, sin embargo, recalcaron que en los últimos años se había radicalizado y había aprendido de memoria algunos pasajes del Corán.
La presencia policial se intensificó ayer en el este de Londres y los miembros del Ejército británico que trabajan en el cuartel de Woolwich, compañeros de la víctima, recibieron órdenes para no llevar uniforme ni nada que les identificara como militares mientras estaban en la calle. Los vecinos de esta comunidad siempre habían mantenido buenas relaciones con los soldados. Tanto el primer ministro, David Cameron, como el alcalde, Boris Jonhson, pasaron el día manteniendo conversaciones con las distintas organizaciones culturales del barrio para intentar tranquilizar los ánimos y aplacar los sentimientos incendiarios contra la comunidad musulmana de la zona.
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