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Una mano tendida a Obama y golpes para la disidencia

Emotivo adiós a Mandela. Obama y Raúl Castro se saludan por primera vez en el funeral del líder surafricano en Soweto. El presidente de EE UU critica a quienes alaban al libertador, «pero no toleran la disidencia»

Mientras Raúl Castro saludaba al presidente de EE UU en un encuentro histórico en Suráfrica, la Policía cubana reprimía con contundencia a los disidentes en La Habana

A Nelson Mandela se le recordará en la Historia por haber conseguido la reconciliación del pueblo surafricano. Y ahora también se escribirá en las páginas de la memoria política contemporánea que, incluso el día de su funeral, su mano reconciliadora pasó sobre Barack Obama, presidente de Estados Unidos, y Raúl Castro, presidente de Cuba. Ambos mandatarios se encontraron en el funeral de Madiba en Johannesburgo y, dejando atrás décadas de conflictos entre ambos países, se dieron la mano por primera vez en público. Tras este gesto, el dirigente norteamericano en el atril no dejó pasar la oportunidad para dar un toque de atención y aprovechar el momento de celebración de un líder que defendió en su vida la democracia. «Hay líderes que alaban a Mandela, pero no toleran la disidencia», dijo Obama, que viajó junto a otros setenta líderes políticos al funeral.

El líder cubano, que también representó a su hermano Fidel recordó que Madiba fue «símbolo supremo de la lucha revolucionaria» y añadió que gracias a sus esfuerzos Suráfrica «superó la esclavitud y la segregación racial». En una breve entrevista con la emisora La F.m. de Colombia, Raúl quitó importancia al saludo. Fue algo «normal, somos civilizados. Si lees mi discurso, ¿lo viste? obedece a eso», declaró.

Por su parte, el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, John Kerry, quitó importancia al gesto entre Obama y Castro ante las críticas de la congresista republicana de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen. «Hoy era un día para homenajear a Nelson Mandela. El presidente estuvo en un funeral internacional y no eligió quién asistía», indicó Kerry, que reiteró que La Habana «no respeta los derechos básicos». Y es que el exilio cubano no lo ve de la misma manera. «Da tristeza que Obama le dé la mano a un dictador que tiene la suya embarrada de sangre», dijo a Efe Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia.

Aunque los más jóvenes se preguntaban por qué Raúl Castro tenía un papel tan protagonista en el funeral de Mandela, lo cierto es que Madiba se consideraba un «amigo de Fidel Castro». Para tener una idea, Cuba fue de los primeros destinos que el líder surafricano visitó una vez salió de la cárcel. Principalmente lo hacía para agradecer a los cubanos su lucha contra el «apartheid» en Angola. Entre 1975 y 1990, el régimen cubano envío a unos 350.000 soldados. De hecho, en suelo angoleño fallecieron alrededor de 2.000 cubanos. Mandela llegó a La Habana en el verano de 1991. Fidel Castro le homenajeó con las máximas distinciones, pero la relación no quedó sólo en esa visita. Una vez Madiba ganó las elecciones en 1994, Fidel fue uno de los invitados de honor a su investidura como presidente. De hecho, una vez que Mandela llegó al poder, Suráfrica y Cuba reestablecen sus relaciones diplomáticas.

La de ayer fue una jornada de encuentros interesantes. La atención mediática no sólo estaba en el escenario donde desfilaban algunos mandatarios mundiales a pronunciar sus palabras ante Suráfrica, sino que la tribuna oficial se convirtió en otro punto candente. Ante la falta de interés de la Prensa por lo que estaba pasando en el terreno de juego del Soccer City, todas los objetivos y miradas se fijaban en la zona reservada para buscar la noticia en las filas de asientos con un abrumador número de mandatarios mundiales.

La brasileña Dilma Russeff no sólo quiso dar un toque de atención a Obama en su alocución, sino que se refierió al líder de la unidad surafricana de una manera similar. Russeff se refirió a Madiba como «la personalidad más extraordinaria del siglo XX». Una idea similar a la que expresó el presidente de EE UU, que sentenció diciendo que Mandela es «un gigante de la historia».

Uno de los favoritos de la gente fue el ex mandatario estadounidense Bill Clinton, que llegó con su hija y su mujer, Hillary Clinton. La familia compartía espacio en la tribuna oficial con los también ex presidentes Jimmy Carter y George W. Bush. En la misma línea, el secretario general de la ONU, Ban Kin Moon, fue vitoreado a su llegada al estadio y aplaudido efusivamente cuando resaltó la capacidad de perdonar de Mandela y su lucha por la «libertad, la igualdad, la democracia y la justicia». No se llevó la misma sensación el presidente Jacob Zuma, que, aunque no tuvo que lidiar directamente con ningún dirigente político, sí tuvo que hacerlo con su pueblo, que le silvó y abucheó. Para aplacar los ánimos, en su discurso final destacó que «Madiba nunca dudó en hablar con sus ideas cuando fue necesario, al margen de cuán incómodas podrían ser las palabras para quienes las escuchaban».

Al margen de los rifirafes políticos y los choques entre países, la imagen más emotiva fue la protagonizada por la viuda de Mandela, Graça Machel, que llegó al estadio visiblemente afectada y sin poder sonreír y Winnie Mandela, la segunda esposa de Madiba. Ambas mujeres de la vida del presidente surafricano se fundieron en un afectuoso abrazo y se besaron en el estadio. Un gesto que los asistentes no pasaron desapercibido y elogiaron con aplausos. Como colofón, el arzobispo emérito de Ciudad del Cabo, amigo de Mandela y también premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, cerró el gran acto de homenaje y reconocimiento a Madiba. Con su peculiar torrente de voz se ganó el cariño del público y puso el punto y final perfecto a un acto deslucido por el tiempo lluvioso. Hoy es el sexto día de luto oficial. La actividad se desplaza a Pretoria, que acogerá la capilla ardiente de Mandela en el Palacio Presidencial donde, ahora sí, la población surafricana podrá despedirse del símbolo de la unidad de su país.

Enemigos íntimos unidos por el funeral

Clinton-Bush

Los dos ex presidentes suelen cuidar sus agendas para no coincidir. Pero no sólo fueron en la misma comitiva, también volaron juntos.

Sarkozy-Hollande

Los grandes rivales de las elecciones francesas hasta se sentaron juntos durante el homenaje.

Obama-Rousseff

Cansada de ser espiada por la NSA estadounidense, Rousseff canceló una visita a Obama. Ayer Mandela los unió.