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Al menos 60 muertos en una reyerta entre bandas en una cárcel brasileña
Un motín en el Estado de Amazonía provoca una matanza con decenas de presos decapitados y cuerpos descuartizados
Un motín en el Estado de Amazonía provoca una matanza con decenas de presos decapitados y cuerpos descuartizados
Una reyerta entre dos clanes rivales en una prisión de Manaos, capital del Estado de Amazonía, terminó ayer en una masacre con al menos 60 muertos, un suceso que dejó patente la guerra por el control de las cárceles en Brasil. La sublevación comenzó en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim (Compaj) la tarde del domingo, cuando miembros de Familia do Norte (FDN), que mantienen el control sobre la prisión, iniciaron una disputa con integrantes del Primer Comando de la Capital (PCC), que ostenta el poder en la región de Sao Paulo.
La sublevación dejó un reguero de sangre en el presidio, donde decenas de personas fueron brutalmente asesinadas –con descuartizamientos y decapitaciones– y amontonadas en diversas áreas comunes del complejo, situado en las afueras de Manaos. La mayoría de los asesinados son integrantes del PCC, a quien la FND quiso mandar un «recado» sobre su poder en la región, según informó ayer el secretario de Seguridad Pública del Estado, Sergio Fontes. «Sólo hubo muertes en un lado. La FDN masacró a los supuestos integrantes del PCC y algún que otro preso. No hubo contrapartida de la otra facción», precisó. Para el secretario, la «masacre» fue «un capítulo más de la guerra silenciosa» que el narcotráfico impone en Brasil y que, a su juicio, «no puede ser enfrentada tan sólo por los Estados».
La tragedia de Carandiru
La Secretaría de Seguridad Pública de Amazonía confirmó que se trató de la «mayor masacre del sistema de prisiones de Amazonas» y la principal matanza entre presos de la historia de Brasil, cuyas cárceles viven una situación crítica. En la lista de tragedias carcelarias, sin embargo, sobresale la que hace 24 años tuvo lugar en una Casa de Detención de Sao Paulo, popularmente conocida como Carandiru, en la que murieron 111 reclusos, la mayoría a manos de la Policía brasileña durante una invasión al presidio tras un motín.
«Infelizmente estamos delante de la mayor y más horrible masacre en los presidios de Brasil», aseguró Epitácio Almeida, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Orden de Abogados de Brasil (OAB) en Amazonas, quien coordinó las negociaciones con los presos y trabajó por la liberación de 12 funcionarios que habían sido hechos rehenes. El secretario de Seguridad Pública resaltó que la reyerta en el complejo penitenciario de Manaos es una muestra de la «guerra» que las facciones criminales han iniciado en busca de su «espacio» a nivel nacional, tanto dentro como fuera de los centros penitenciarios.
La tensión se ha intensificado en algunas cárceles de Brasil tras la ruptura el pasado año entre el PCC y el poderoso Comando Vermelho, una banda criminal que controla el tráfico de drogas en Río de Janeiro y que es aliada de la Familia do Norte en la región de Amazonía. La disputa entre ambos comandos dejó decenas de víctimas en 2016. Tan sólo en octubre, ocho presos murieron en una cárcel del Estado de Rondonia tras una pelea entre miembros del CV y el PCC, apenas un día después de que otra reyerta entre las dos bandas dejara diez víctimas mortales en un centro penitenciario de Roraima. «Esas organizaciones se alimentan principalmente del narcotráfico. Sus peleas por intereses acabaron en tragedia. Infelizmente eso ya ocurre en otros estados», añadió el secretario. Alba Santandreu/Efe
Guerra en las prisiones
Las autoridades brasileñas recalcan que el suceso ocurrido ayer en Manaos no es un «caso aislado» y que el problema es «mayor», «ya que se disputa dentro de los presidios y tiene una extensión de guerra que también tiene lugar fuera» de ellos. El ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, ya había alertado en octubre que la disputa entre facciones podría generar conflictos fuera y dentro de los presidios.
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