Francia
Valls ve legitimado su giro liberal en la economía francesa
La moción de censura depositada por centristas y conservadores contra el Gobierno de Manuel Valls fue rechazada, al recibir tan sólo 234 votos de los 289 que eran necesarios. Valls se felicitó del resultado a través de su cuenta Twitter, y escribió: «Nada detiene el movimiento de la reforma». Sin embargo, el primer ministro galo no puede hablar de gran triunfo. Valls no tenía otra opción que imponer la ley Macron a golpe de 49.3, el artículo de la Constitución que abre la puerta a una moción de censura. La actitud de los diputados socialistas rebeldes, que anunciaban su abstención o el voto en contra de la ley de reformas que le exige Europa, no le dejaba otra salida.
El pasado 28 de noviembre, la Comisión Europea acordó con París un plazo de tres meses para revisar sus proyectos de presupuesto para 2015 si no quería verse sancionado, porque el plan presentaba un riesgo «de no respeto de las normas del pacto de estabilidad». Sólo quedan 10 días para que se cumpla ese plazo y François Hollande no podía presentarse en Bruselas y decir que unos cuantos diputados socialistas no estaban dispuestos a aprobar la ley de reformas, (pocos pero esenciales porque el Gobierno de izquierdas ya no dispone de mayoría absoluta en la AsambleaNacional).
Para la derecha fue, en cierta forma, un triunfo: por primera vez después de la derrota de Nicolas Sarkozy en las presidenciales y tras dos años profundamente dividida y ocupada en sus peleas internas, supo presentarse compacta y trabajar como oposición, forzando al Gobierno a echar mano del artículo 49.3 y mostrar que no tienen mucho margen para gobernar. El portavoz de la UMP en la Asamblea, Christian Jacob, puso el dedo en la llaga afirmando que «el 49.3 es el arma que utilizan los débiles», y pidió el voto de censura, porque la política económica y social del Gobierno es, a sus ojos un fracaso total». Jacob retó a Manuel Valls diciendo que si tenía «todavía una duda sobre la existencia de una alternativa en Francia, el presidente debería despejarla» con una disolución. Los centristas adoptaron la misma línea que sus colegas conservadores, algo que hacen con frecuencia. Pero no es el caso del representante del Frente de Izquierdas, André Chassaigne, que intentó justificar la incoherencia de ver su voto unido a la moción de censura presentada por la derecha: «Esta censura no tiene nada que ver con la moción presentada por la derecha», aseguró en la tribuna, «nosotros asumimos el hecho de condenar la política del Gobierno».
Los Verdes, que son los primeros de la mayoría gubernamental en debilitar la acción del gobierno, abandonando los ministerios que ocupaban y avisaron de que no habría «suspense» y apoyarían al Gobierno, aunque le pidieron que profundice en el diálogo en el seno de la mayoría diversa». Para los diputados socialistas rebeldes, lo ocurrido ayer también tiene cierto sabor a victoria, porque han demostrado al resto del partido que tienen la suficiente capacidad como para perturbar la acción del Gobierno, sin llegar a asfixiarlo. Lo que, por otro lado sería, como dicen en Francia, «dispararse un tiro en el pie», ya que la disolución de la Asamblea y la celebración de elecciones generales supondría para la mitad de ellos quedarse en la calle sin escaño.
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