La Familia olímpica

La historia de nuestra Familia Real, de la actual Familia Real, está ligada sin ninguna duda al movimiento olímpico. Los Juegos de Roma de 1960, aunque muchos lo ignoren, señalan el comienzo del noviazgo entre los Reyes. La Familia Real griega había acudido a Roma para acompañar a su hijo, el entonces príncipe Constantino, abanderado y luego medalla de oro en vela –clase Dragón– en aquellos Juegos. Y para celebrar aquel éxito deportivo, invitaron a su barco a la Familia Real española. Acudieron los condes de Barcelona acompañados de don Juan Carlos y no sé si también de la Infanta doña Pilar.Doña Sofía ha recordado en varias ocasiones, completando las memorias de su madre, la reina Federica de Grecia, aquella celebración, que vino precedida de un afeitado de barba y bigote a Don Juan Carlos que nada gustaba a Doña Sofía. Aunque su boda se retrasaría aún dos años, aquellos Juegos de Roma marcaron el comienzo de la relación de Don Juan Carlos y doña Sofía y, por ende, la relación de su familia con el olimpismo y también, por qué no decirlo, con la vela como familiar.No sería justo olvidar este punto, que doña Sofía fue también olímpica en aquella ocasión aunque como miembro suplente del equipo de vela griego. La medalla de su hermano eclipsó su presencia, pero es justo reconocer que su presencia no fue de mera comparsa. Había competido con su hermano y no era hueso duro de roer en alta mar como luego comprobaría Don Juan Carlos.

La vela fue también el deporte que llevó a Don Juan Carlos a los Juegos de Múnich de 1972. Compitió también en la clase Dragón –que ese año dejó de ser especialidad olímpica– con el viejo «Fortuna», que hoy se guarda en el Museo Olímpico Samaranch. Y finalmente, y eso ya lo conocemos casi todos, la Infanta Cristina y el Príncipe Felipe formaron parte del equipo olímpico de vela. La Infanta lo hizo en la modalidad de 470 en Seúl 1988 y el Príncipe de Asturias en la de solius, logrando la sexta plaza y un diploma olímpico en los únicos Juegos celebrados en España: Barcelona 1992. Hay que recordar también que ambos fueron los abanderados españoles, cada uno en sus respectivos Juegos. La escena de Barcelona es difícil de olvidar. Pero ahí estaba la Infanta dDoña Elena, quizá la que más ha trabajado por el olimpismo paraolímpico, para recordarnos con sus lágrimas aquel momento de emoción.

No querría olvidar en este breve repaso a la Infanta Doña Pilar, quien durante años apoyó el olimpismo español como miembro del COI y, por qué no recordarlo, al duque de Palma, Iñaki Urdangarín, que participó en tres Juegos diferentes, al margen de otras historias, y fue ganador de dos medallas, que nadie le podrá quitar.

Queda ahora un último capítulo. La posibilidad de unos nuevos Juegos en España. Nadie sabe si vendrán a nuestro país, pero lo que todos conocen es que, sin ninguna duda, la Familia Real española se ha involucrado desde el primer momento en apoyar la candidatura de Madrid. Quizá sea la manifestación de una tradición. Un apoyo incondicional que otros ven sencillamente lógico. Pero es que siendo un gran pialr en lo que al apoyo al deporte se refiere, los Juegos han conseguido en momentos recientes de nuestra historia unir a un país en una ilusión y competiciones que a todos han conseguido hacer vibrar.