Caracas
La oposición planta a Maduro en su investidura como presidente
«Les tiendo una mano, quiero trabajar con ustedes», dijo el sucesor de Chávez
Nicolás Maduro llegó al día de su investidura presidencial con una situación de división social que se suma a los problemas económicos y de seguridad del país.
Nicolás Maduro llegó al día de su investidura presidencial con una situación de división social que se suma a los problemas económicos y de seguridad del país. Ayer medio país festejaba la asunción de mando mientras que la otra mitad celebraba la noticia de que se auditará el 100% de los votos de las elecciones del pasado domingo, como pedía la oposición.
En el acto de juramentación en la Asamblea Nacional no estuvieron presentes los legisladores de la oposición al considerar que Maduro debería de haber aplazado la toma hasta que se realizase el anunciado recuento de votos.
La ceremonia estuvo aderezada con todo el folclor chavista. Espada de Bolívar en mano, banda presidencial, bendiciones al Cristo Redentor y una platea enardecida que gritaba «Patria, socialismo y muerte». El fantasma del comandante estuvo sobrevolando el hemiciclo durante toda la juramentación.
«Hoy se cumplen 203 años de aquel gesto de rebeldía del pueblo de Caracas, cuando dijo basta para romper con la dominación colonial que se había impuesto durante 300 años. Hoy queremos recordar a esa generación luminosa de libertadores y decirles que la lucha que empezaron por construir patria continúa está intacta. Hoy la hacemos con otros métodos», comenzó Maduro su discurso. «Soy el primer presidente chavista elegido de la historia», dijo. «Igual es puro trámite, lo que está hecho está hecho. No hay vuelta atrás. Ya hablaremos con este muchacho cuando pasé», afirmó en referencia al nuevo conteo de los votos. Aunque poco después se mostraba más conciliador: «Les tiendo una mano, quiero trabajar con ustedes». Después de prestar juramento ante Diosdado Cabello, el flamante mandatario presidió un gran desfile militar en el que estuvo acompañado por los presidentes del Mercosur –exceptuando Paraguay, país suspendido del bloque tras la destitución de Fernando Lugo–, el mandatario de Irán, Mahmud Ahmadinejad; su colega de Nicaragua, Daniel Ortega; además de altos funcionarios de Palestina, Arabia Saudí y China, entre las 61 delegaciones que confirmaron su presencia. En total acudieron 15 mandatarios al acto.
Varios cazas Sukhoi y helicópteros militares sobrevolaban el cielo de Caracas, mientras el Ejército mostraba su nuevo armamento y desfilaba en el Paseo de los Próceres ante la mirada de las faraónicas estatuas de los libertadores.
En las inmediaciones del Parlamento, camisas rojas, y mucho chándal. La ropa deportiva de la selección venezolana se ha puesto de moda entre los chavistas, tras convertirse en el uniforme de campaña de ambos mandatarios. Delany, un joven de rostro alegre y piel trigueña, muestra una jaula con un jilguero dentro. «Viste como sonreía Maduro, sabía que Chávez le estaba viendo desde el cielo, o reencarnado en un pajarito, seguro que feliz», afirma.
Una auditoría revisará el 100% de los votos
De forma sorpresiva, el Consejo Nacional Electoral, que recibió el miércoles los documentos presentados por la oposición como pruebas del supuesto fraude, se reunió ayer para discutir la solicitud de un recuento voto por voto. A última hora del jueves anunció que se auditará el 46 por ciento de las urnas que quedan después del 54 por ciento ya auditado, aunque aclaró que no se trata de un recuento voto por voto. El Consejo ya había proclamado presidente a Maduro el lunes y señalado que los resultados son irreversibles. Capriles aceptó la decisión, si bien se cuidó de reconocer su derrota. «Más temprano que tarde saldrá la verdad a flote», dijo, al tiempo que llamó a sus seguidores a quedarse en la casa durante la asunción de Maduro.
«Me podían haber dado un tiro»
Un hombre logró llegar ayer hasta la tribuna de la Asamblea Nacional de Venezuela y quitó el micrófono al presidente Nicolás Maduro, que interrumpió por unos minutos su discurso de investidura y afirmó que había fallado la seguridad. «Ha fallado la seguridad, absolutamente», admitió Maduro, a cuya investidura asistían en el hemiciclo 15 mandatarios. «Me pudieron haber dado un tiro aquí». Maduro insistió ayer en que no habrá impunidad para quienes incitaron a la violencia los últimos días en el país, después de que el lunes ocho personas murieran y otras 60 resultaran heridas en las protestas opositoras, ni tampoco contra quienes cometieron los crímenes. El Gobierno ha responsabilizado al líder opositor, Henrique Capriles, de los actos de violencia después de las presidenciales del domingo pasado, en las que Maduro se impuso por un estrecho margen de 1,83 puntos.
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