Buenos Aires
¿Hay algo más que crisis?
En Europa, la mayor preocupación es la crisis económica y el déficit público. En las economías emergentes, afianzar sistemas políticos sólidos
Producir sin parar; libertad, la justa
Ángel Villarino - Pekín
China, como representante de todo el entorno asiático, afronta 2013 con un optimismo contenido. Su economía parece haber retomado el pulso después del preocupante frenazo de principios de 2012, pero su dependencia de las importaciones de Occidente hace que Pekín mantenga alta la guardia y mire con preocupación hacia la Unión Europea y Estados Unidos. El gigante asiático continuará, además, impulsando su plan para convertirse en la primera potencia económica mundial antes de que acabe la década. Lo hará impulsando el mercado interno e intentando que sus empresas den el salto cualitativo necesario y vayan dejando atrás un modelo basado en los bajos precios y la mano de obra intensiva. A cambio, pretenden crear marcas capaces de competir en diseño, innovación tecnológica y productividad. En lo político, el país afronta un año aún más decisivo, en el que se instalará definitivamente en el poder la nueva generación de burócratas. En primavera se espera que asuman el cargo de presidente el nuevo secretario general del Partido, Xi JInping, y su primer ministro, Li Keqiang. Para evitar sustos y apuntalar la estabilidad, se ha endurecido el sistema de censura en internet y se ha multiplicado el control sobre la población. Todo parece indicar que China seguirá aplicando la receta que lleva dando resultados 30 años: una lenta pero progresiva apertura económica y un férreo control político y sobre las libertades individuales de la ciudadanía. Para el Partido Comunista Chino, el desafío será seguir controlando el país y enriqueciendo a sus cuadros dirigentes sin que en la población se consiga abrir paso a algo de aire.
Nacimiento del heredero y Escocia en la cabeza
Celia Maza-Londres
Si hay algo por lo que Reino Unido dará que hablar este nuevo año será por su Familia Real. Es a finales de verano, cuando está previsto el nacimiento del primer hijo del príncipe Guillermo y su esposa. El bebé ocupará el tercer lugar en la línea de sucesión y nada más nacer habrá hecho historia: cambiará para siempre una ley que llevaba vigente desde hacía 300 años. A David Cameron también le espera un año complicado. Obligado a ampliar los plazos para reducir el déficit de su país –que se está recuperando aún de la doble zambullida en la recesión– y con un plan de austeridad que no da los resultados esperados, no lo tendrá fácil para mostrarse como un anfitrión creíble cuando el Reino Unido asuma este año la presidencia rotativa del G-8. Por si esto no fuera suficiente, deberá lidiar con otro gran desafío, la Unión Europea. Está previsto que en enero, el premier dé un discurso muy esperado en el que podría prometer un referéndum para evaluar las relaciones Londres-Bruselas. Y, por último, debe preparar el reféndum de independicia de Escocia de 2014. Este año será clave para los que abogan por la unidad como por la separación.
A subir impuestos lo llaman «abuismo fiscal»
Marta Torres - Nueva York
Tras aprobar el gran examen de la reelección del noviembre pasado, el presidente Barack Obama apenas ha podido paladear su éxito. Ha tenido que interrumpir sus vacaciones de Navidad en Hawái para presionar al Congreso y evitar el «abismo fiscal» (resultado inmediato del aumento de impuestos y recortes del gasto). En 2013 le esperan grandes desafíos: los impuestos no sólo han subidopara los ricos, y tendrá que negociar de nuevo aumentar el techo de deuda, confirmar a secretarios (ministros en España) de su nuevo gobierno, aplicar la iniciativa sanitaria que tanto le costó aprobar y proponer la reforma migratoria que sacaría de las sombras a alrededor de once millones de personas.
Mientras, la tragedia de Newtown (Connecticut), en la que murieron 20 niños, ha devuelto el debate de la restricción de la compra y uso de determinadas armas en Estados Unidos, sobre todo de las semiautomáticas.
Tampoco hay que olvidar la cuestión de Siria, ni su arsenal de armas químicas. En Washington, pocos quieren hablar de «armas de destrucción masiva» después del fiasco de Irak. Pero preocupa el gran arsenal químico de Siria. Igual ocurre con las intenciones nucleares de Irán. En el último mes de 2013, volverán a casa las tropas de Afganistán. Por otro lado, también queda pendiente la cuestión del cierre de Guantánamo, algo olvidado ya que a los estadounidenses no les preocupa tanto como al principio de la primera legislatura de Obama.
A la espera del fin del chavismo
Ángel Sastre - Buenos Aires
El año empezó con la mirada puesta en Venezuela, donde la era chavista podría llegar a su fin. Las dudas crecen a medida que se acerca el 10 de enero, el día previsto para que Hugo Chávez asuma su nuevo mandato de seis años, tras su reelección el 7 de octubre. Oficialismo y oposición no descartan que la fecha se retrase en función de la recuperación del presidente. Los distintos horizontes que se abren son impredecibles. Tras 13 años de imperio «rojillo», ¿es posible el chavismo sin Chávez? ¿Qué papel jugarán los militares en una posible transición? ¿La oposición será capaz de volver a presentarse unida ante unos hipotéticos comicios?
En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner tampoco atraviesa su mejor momento. El enfriamiento de la actividad económica y, la inflación galopante han hecho caer su popularidad. Además mantiene una lucha con los poderosos sindicatos, un pulso de titanes que históricamente acabó siempre siendo favorable para los trabajadores peronistas.
Pero quizá la economía no sea el tema central del segundo gobierno de la presidenta argentina. El fallecimiento de su esposo, Néstor Kirchner, dejó sin un sucesor aparente al oficialista Frente para la Victoria (FPV). Aunque el oficialismo ha negado, por ahora, que pretende una reforma constitucional, la oposición no lo descarta.
Otros países de Suramérica celebrarán elecciones, como Ecuador, donde Rafal Correa aspira a la reelección tras haber modificado la Constitución o en Paraguay, tras la polémica destitución del ex presidente Fernando Lugo por parte del Congreso.
En el norte, el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, afrontará varios retos como mejorar la educación, incrementar el crecimiento económico y reducir la pobreza. Por supuesto, la lucha contra el narcotráfico seguirá siendo prioridad.
Monti, sin noticias de Berlusconi
Darío Menor - Roma
2013 va a ser un año intenso para Italia, sobre todo en su primera mitad. En estos primeros meses debe renovar su Parlamento, su Gobierno y su presidente de la República. Las elecciones generales, que se celebran el 24 y 25 de febrero, pondrán fin a la experiencia de poco más de un año de Ejecutivo técnico liderado por el ex comisario europeo Mario Monti. De forma simultánea tendrán lugar los comicios regionales en Lombardía, Lazio y Molise. La cita con las urnas encumbrará probablemente a Pier Luigi Bersani, líder del izquierdista Partido Democrático, como nuevo primer ministro. La gran incógnita de la política italiana es saber cuál será el destino de Monti, quien cogió las riendas del país en noviembre de 2011, cuando se encontraba al borde del colapso financiero.
Tras recibir una catarata de peticiones desde dentro y fuera de Italia para que se presente como candidato a las elecciones, «Il Professore» accedió a liderar una coalición de partidos centristas. Su destino más probable no es, sin embargo, repetir como primer ministro, sino convertirse en el nuevo jefe del Estado. El actual presidente de la República, Giorgio Napolitano, acaba su mandato en la próxima primavera y Monti es el mejor colocado para sucederle. El gran reto de los próximos mandatarios será reactivar la economía, que este año seguirá en recesión, y minimizar sus consecuencias sociales. Italia es uno de los países europeos donde más se nota la crisis: un 30 por ciento de su población está en riesgo de caer en la pobreza. También estará en la agenda del nuevo Gobierno corregir los efectos culturales que ha dejado el «berlusconismo» en las últimas dos décadas.
Relanzar la economía
Álvaro del Río - París
2013 no será en Francia el año de la transición hacia una inmediata recuperación, sino el año en que la economía gala toque fondo. Un paréntesis. Será duro. Lo ha reconocido hasta el presidente François Hollande, que no niega los pesimistas pronósticos de los expertos aunque se resiste a renunciar a dos de sus promesas, cada vez más complicadas de cumplir: la reducción del déficit al 3% del PIB y la inversión de la ascendente curva del paro. El Gobierno galo se ha dado todo este año para lograr ambos objetivos, en los que no cree ningún organismo económico internacional, que prevén un déficit del 3,5% y dividen por dos, en el mejor de los casos, la optimista previsión oficial de un crecimiento del 0,8%. Ahora bien, para atajar la espiral creciente del paro, que encadena diecinueve meses ininterrumpidos de subidas, el crecimiento de la economía debería ser superior al 1,5%. 2013 será el año del rigor. Al ajuste de 33.000 millones de euros en impuestos y recortes podría sumarse un nuevo tijeretazo. Además, François Hollande afronta el ejercicio debilitado por una baja popularidad que no remonta y desacreditado despúes de que el Consejo Constitucional tumbara su impuesto del 75 % contra los ricos que ganen más de un millón de euros, medida emblemática y promesa electoral.
«Goodbye» AFGANISTÁN; buenos días siria
Ethel Bonet - Islamabad
Este año, más que nunca, se pone a prueba la política de EE UU en la región. Con la retirada de las tropas a la vuelta de la esquina, Washington habrá de demostrar sobre el terreno que la larga y cruenta guerra contra el terrorismo ha dado resultados. Pero los objetivos marcados por la Administración Obama, cuando finalice en 2014 el proceso de retirada, están muy lejos de concretarse. Dos de las metas de EE UU en Afganistán son la lucha contra la corrupción política y convertir al débil Gobierno de Kabul en la única autoridad. La realidad es que la lacra de la corrupción sigue impregnando a la Administración afgana y el país sigue profundamente fraccionado. A decir verdad, ni con un milagro el bierno afgano podría estar listo en 2014 para asumir la responsabilidad de su propia seguridad. Las relaciones con Estados Unidos se han ido deteriorando en 2012 a raíz de una serie de incidentes, como la quema de El Corán y otros libros religiosos, la película sobre Mahoma o la muerte de civiles por fuego aliado. La mejor garantía para la estabilidad de Afganistán es asegurar el liderazgo de Kabul durante la transición política y militar en 2013 y 2014.
En Pakistán, este año se celebrarán elecciones generales, en un clima de descontento popular hacia un gobierno civil débil y corrupto, apuntalado por EE UU. La ola de antiamericanismo en el país ha llevado a cada vez más paquistaníes a apoyar el islam radical de los mulás, ya no sólo en las zonas tribales, sino en urbes como Lahore o Karachi. La violencia sectaria contra minorías religiosas, especialmente cristianos y musulmanes chiís, también ha aumentado en el último año. Bajo estás condiciones, las próximas elecciones podrían provocar el auge de los partidos religiosos radicales y mermar los pocos derechos conseguidos en cuanto a libertades religiosas o la igualdad de la mujer.
En el mundo árabe hemos pasado de la primavera a un otoño yermo, que ha borrado la esencia de espíritu revolucionario que derrocó a los dictadores de Túnez, Egipto, o Yemen. Todo aquel que salió a manifestarse contra la represión y la tiranía siente ahora que le han robado la revolución. Egipto ha pasado de un régimen dictatorial a un régimen islámico, donde los valores democráticos han quedado fuera de la nueva Constitución. En Túnez, el islam moderado que llevó a al Nahda al poder ha virado hacia el islamismo radical. El caso de Siria es el de una larga guerra civil que sólo podrá derivará en más extremismo. En Siria, el único país árabe de la región que no se identificaba con el Islam, grupos religiosos como los Hermanos Musulmanes están ganando terreno. En Irak, la revolución está por llegar, ha advertido recientemente el líder radical chií Muqtadar.
Proceso de paz: ahora o nunca
Jana Beris - Jerusalén
Es simbólico que casi al comienzo del año –concretamente el 22 de enero– los israelíes van a ir a las urnas. Sería un error poner toda la atención en los temas de «paz y guerra». Los israelíes discuten álgidamente también sobre los desafíos socioeconómicos y sobre el papel de los ultraortodoxos –la mayoría de los cuales no hace el servicio militar obligatorio– como parte integral de la sociedad.
Pero sin duda, la sensación es que el 2013 será decisivo en lo relacionado con la situación del hoy muy estancado proceso de paz entre Israel y los palestinos. Hace ya años que no negocian y, como era de suponer, el empantanamiento de los contactos hace imposible que «todo siga igual». Cuando no se hace nada, acusándose mutuamente las partes, aumenta la tensión política y se corre el riesgo de que el vacío lo llene un nuevo estallido de violencia. No parece probable que se pueda llegar a un acuerdo entre las partes en el curso del nuevo año. Se ha dado marcha atrás en la mutua confianza que años atrás se había logrado construir muy gradualmente. La gran pregunta es si se continúa con un estancamiento, con los riesgos que supone, o si se logra al menos volver a la mesa de negociaciones para intentar retomar el diálogo.
Es imposible analizarlo sin recordar que en Gaza sigue gobernando con fuerza mayoritaria el grupo integrista islámico Hamas, que se halla en debate interno sobre la política exacta a seguir (aunque a ojos de Israel no hay matices mientras Hamas no le reconozca y renuncie al terrorismo) y que quisiera controlar también Cisjordania, donde hoy está la sede del presidente Mahmud Abas. Y aunque hoy parece un tanto dejado de lado, el tema del esfuerzo de Irán por convertirse en potencia nuclear continuará ocupando a la región. Israel no se ha olvidado de ello –eso es seguro– y retomará el tema después de las elecciones nacionales.
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