Reyes
No me des dos besos y haz una reverencia
El coronavirus está cambiando nuestra manera de relacionarnos sin tener contacto físico. Inclinar la cabeza más que sumisión implica hoy en día cortesía y respeto.
La pandemia que azota al mundo no sólo cambiará nuestra economía y prioridades sociales sino que también está forzando a una evolución de las normas de etiqueta sociales, como es el simple hecho de saludarse. El saludo es una parte importante de la interacción social en cualquier cultura del mundo y en el momento actual en el que vivimos, donde el contacto físico da miedo, hay que buscar alternativas a estrecharse la mano o dar los besos de rigor.
En la última reunión de marzo entre los Reyes de España y el presidente de la República francesa vimos un amago extraño de saludo tirándose besitos a medio metro y haciendo unas torpes reverencias. ¿Os imagináis un encuentro entre políticos donde se saluden chocando los tobillos o los codos? ¿Cuál puede ser pues, el nuevo saludo post – coronavirus?
La solución viene de oriente, donde la reverencia está totalmente implantada en la sociedad. Hasta hace poco nos parecía ajeno ver a los grupos de turistas japoneses ataviados con mascarillas e inclinando la cabeza para saludar y ahora nos vemos abogados a copiar una tradición que en Japón se estudia en las escuelas desde los tres años.
Aunque la reverencia nos parezca un saludo obsoleto, propio de reyes o pasado de moda, estamos acostumbrados a ver la reverencia de los actores de teatro o los músicos de una orquesta tras la finalización de la obra como agradecimiento a los aplausos de los espectadores. En el mundo del ballet, donde hacen una genuflexión completa. En la eucaristía, donde sigue siendo normal realizar una pequeña reverencia frente al altar. En el inicio de un combate de cualquier arte marcial, donde los deportistas se saludan con respeto. O en las pedidas de matrimonio donde una de las partes hinca la rodilla en el suelo mientras saca un anillo.
Reverencia es un término que según la RAE significa “Inclinación del cuerpo en señal de respeto o veneración” y que la historia ha incorporado al arte del saber estar desde hace muchos siglos.
Hay que diferenciar la genuflexión, cuando la reverencia se realiza en un espacio abierto del plongeon, que se realiza en el interior de un recinto. Actualmente, la reverencia masculina consiste en una leve inclinación de cabeza mientras que la femenina se realiza mediante una ligera flexión de las rodillas junto a una inclinación de cabeza. Seguramente, con la incorporación de la mujer en el mundo laboral, esta desaparezca en el nuevo saludo siglo XXI e impere la igualdad en el saludo.
Aunque en la actualidad el inclinar la cabeza origina muchas controversias porque algunas personas lo siguen considerando una muestra de sumisión, la reverencia no es más es un saludo mirándonos a la cara con respeto, el que cada persona se merece.
Costumbre desde el siglo V a.C.
El padre la Historia, Heródoto, ya relataba que los persas se postraban para saludar a alguien de condición social más noble. Durante siglos, este saludo se consideró un gesto de sumisión a señores feudales y reyes.
Desde la Edad Media y hasta principios del siglo XX era tradicional comenzar cualquier baile con una reverencia; de hecho, en la sociedad victoriana era de protocolo obligatorio por parte de las parejas.
A lo largo de la historia europea, en todas las Cortes se saludaba de esta manera a las personas de alto rango o nobleza como señal de respeto.
En tiempos modernos, cuando la bandera doblada de un veterano fallecido se le ofrece a la familia, el oficial de representación dobla su rodilla izquierda cuando el destinatario está sentado.
No debemos pues equivocar respeto con sumisión. La fallecida duquesa de Alba, Doña Cayetana, siempre cumplía con el protocolo y realizaba la genuflexión ante los Reyes de España, también en los diversos encuentros que tuvo con la reina Isabel II de Inglaterra, y eso que jugaban en palacio de niñas cuando su padre era el embajador en Londres. La duquesa no mostraba humildad sino educación y saber estar.
La reverencia en la cultura asiática
En países como Japón, Corea y China, la reverencia es una manera habitual de dar las gracias, mostrar deferencia y disculparse. Es habitual verlas hacer en todo tipo de eventos empresariales, sociales y ceremonias. Tienen tan interiorizadas las reverencias que la mayoría de las veces son realizadas automáticamente y es habitual ver a las personas por la calle haciendo reverencias mientras hablan por su teléfono móvil.
Países como Japón asientan todo su funcionamiento en torno a una serie de convenciones sociales. El aisatsu es fundamental y los niños lo tienen integrados desde que comienzan a ir al colegio.
Existen, eso sí, diferentes tipos de reverencias, según la relación entre los interlocutores y la ocasión.. Desde una leve inclinación de 15 grados de carácter informal a una de 45 grados que es muy formal. Cuando más importante es la persona a la que se saluda, mayor grado de inclinación tiene la reverencia.
Los cuatro tipos de reverencia que existen en el país nipón son los siguientes:
- Eshaku. 15 grados de inclinación. Es el saludo entre amigos o el de un superior a su subordinados en una empresa.
- Futsuurei. 30 grados de inclinación. Se utiliza para saludar a un superior dentro de la empresa y para dar la bienvenida a clientes.
- Teineirei. 45 grados de inclinación. Es una manera de mostrar agradecimiento hacia alguien que ha realizado algo por nosotros o para pedir perdón.
- Saikeirei. 90 grados de inclinación. Se utiliza para pedir un favor importante o pedir perdón por error grave.
Por último, existe la forma denominada dogesa o pedir perdón de rodillas y se utiliza muy poco en la vida real. Una de las veces que fue vista por japoneses en público fue a raíz de los problemas de Fukushima, cuando los encargados de la central nuclear pidieron perdón al pueblo nipón delante de las cámaras de televisión.
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