Moda

Carolina Herrera y Tommy Hilfiger acaparan los flashes en Nueva York

Tommy Hilfiger
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La exquisitez líquida de Carolina Herrera, con una colección inspirada en el vaivén del agua, y la espectacularidad de Tommy Hilfiger, que celebró los 30 años de la firma recreando un partido de fútbol americano, marcaron los dos puntos de impacto del día en la Semana de la Moda de Nueva York.

Herrera, máxima expresión de la sofisticación de la mujer neoyorquina de alta alcurnia, volvió a dar en la diana con una colección de sensualidad sinuosa, de fluctuación constante como el agua del mar.

Una esencia inestable sobre la que la diseñadora se posa con el aplomo y la ductilidad que le caracterizan.

"He hecho esta colección explorando el elemento del agua. Los vestidos están cortados como olas del mar. Todo lo que tenía conexión con agua traté de trasladarlo a los tejidos", explicó a Efe minutos antes del desfile.

Según ella, las aguas en la moda "siempre han sido turbulentas", pero allí está su genio para calmarlas, para producir un hipnótico canto de sirena que lleve al amante de la moda a enamorarse perdidamente de sus propuestas.

Carolina Herrera convierte así una tormenta en una experiencia placentera, mimando el patronaje y consiguiendo "esa fluidez total que ves en el agua cuando está lloviendo, en el mar, en los colores, entre azules y grises", dice.

Estampados revueltos y espumosos, transparencias que crean el efecto de corrientes, tejidos en cascada y gazar o mangas abombadas generan la sensación de que gravedad aligerada, de que los tejidos flotan.

Entre los colores marinos, explotan también rojos coral, gotitas de apliques tecno o bordados en spray que reproducen la luna que riela sobre el mar.

A veces el cromatismo se disuelve como si fueran una acuarela japonesa, se filtran los jacquard e impresiones fotográficas e incluso las pieles tienen el aspecto de flora marina imitando el baile ingrávido de las anémonas.

Carolina Herrera, a sus 76 años, sigue satisfecha y dice que, en el río de su vida, "si tuviera que nadar, nadaría por el mismo río". Como cierre, aprieta el timón y saca su armada invencible de vestidos de noche. Un broche finísimo y genial.

Tommy Hilfiger, que representa en cambio a la juventud estadounidense despreocupada y lúdica, siempre con buenas notas en el expediente, había prometido el desfile más espectacular jamás visto y no quedó lejos de su ambicioso objetivo.

En el gigantesco Park Avenue Armoryrecreó un estadio de fútbol americano y sentó en las gradas al respetable, entre el que se encontraba Rita Ora, la novia de su hijo Richard.

Pero el espíritu competitivo del deporte se fundió un clásico sentimental del cine de los años 70, "Love Story", cuya protagonista, Ali McGraw, es la principal influencia de la colección.

De este cruce nace un nuevo concepto. "Hay una tendencia en el mundo que es lo que yo he acordado llamar 'athleisure', pues mezcla lo atlético con el ocio y el esparcimiento (leisure en inglés)", aseguró Hilfiger a Efe.

"A la gente le gusta llevar una vida deportiva, pero quieren seguir siendo chic, cool y a la moda", añade.

Sobre el campo de fútbol americano, entonces, todo un equipo de niñas modosas que heredan del espíritu trágico romántico de McGraw la cachemira, el jaquard o el tejido vaquero, así como el estampado de cuadros.

Al actualizarlo, Hilfiger rompe el plisado de la falda, enciende los terciopelos y da un mayor volumen a las lanas, aunque se mantiene fiel a uno de los colores de la temporada, el tabaco, en un maridaje muy otoñal con el burdeos.

Del fútbol americano quedan el cuero y las costuras gruesas a la vista, casi cicatrices al estilo del balón de este deporte, además de las hombreras y la numeración a la espalda, que incluso se imprime en un abrigo de pieles sintéticas.

Tras jugar con las capas, las casacas y las trencas, dejando al aire algún escote en uve o algún cuello caja, Hilfiger, como una estrella del deporte, salió casco en mano a saludar a la hinchada que le ha convertido un emporio textil mundial.

La jornada se completó con Ángel Sánchez, quien en una ecléctica colección miró a la elegancia de los años 70, volviendo a los trajes largos de noche, pero también introduce divertidos estampados, tejido hule y jerséis con una maxicuello de tortuga.

Todo empezó para Sánchez cuando vio la foto de unos zapatos de terciopelo que él mismo incluyó en su colección de hace 22 años, y eso le hizo repasar cómo ha evolucionado su concepción de la mujer desde entonces.

"Cuando vi la foto me preguntaba sobre mi evolución creativa a través de esa mujer, que de tobillos hacia arriba no se mostraba en esa imagen. Entonces empecé a vestirla, a definir a mi mujer de hoy en día", aseguró a Efe Sánchez.