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El «Dream team» de la alta cocina «a cuatro manos»
Dani García invita al hotel Puente Romano de Marbella a 18 chef. Lo mejor de la cocina se da cita en una experiencia única que se celebra una vez al año
Dani García invita al hotel Puente Romano de Marbella a 18 chef. Lo mejor de la cocina se da cita en una experiencia única que se celebra una vez al año.
Dieciocho cocineros, que reunieron 71 estrellas Michelín, se dieron cita en una experiencia única e irrepetible en Dani García Restaurante, chef que ejerció de anfitrión en el Hotel Puente Romano, de Marbella, para cocinar a «4 Manos». Gracias al Ron Zacapa, LA RAZÓN tuvo la ocasión de vivir esa concentración galáctica de cocineros.
Entre especie de ciclogénesis explosiva y lluvia de estrellas es lo que sucede desde hace tres años en la Costa del Sol, ya que una constelación de 71 estrellas Michelín fueron convocados en la casa de Dani García. No sólo se dieron cita, también cocinaron. Y no de uno en uno, sino a cuatro manos. Esa pecera blanca y acristalada, que es la cocina vista del restaurante de Dani, se abrió para que en un «tottus revolutum» los chefs –no hubo ninguna mujer– más afamados elaboraran algunos de sus platos. Fue una experiencia única e irrepetible y sólo 80 fueron los privilegiados que degustaron un menú, cuyo precio fue de 450 euros por persona, creado exclusivamente para esa noche.
Carreras en el marítimo
Daniel Humm llegó a Marbella y alquiló una bicicleta para recorrer la comarca como si se estuviera preparando para las olimpíadas, mientras Paco Roncero se puso sus deportivas para correr por paseo marítimo antes de preparar las viandas. Quique Dacosta, por su parte, viajó con su vajilla. Quizá es, desde el cariño y la admiración, el más «quisquilloso» en el buen sentido. Albert Adriá cocinó para su hermano Ferrán y para Robuchon, que es como el Ronaldo de la gastronomía, o mejor dicho, como el Pavarotti de la cocina.
También hubo sitio para Joan Roca, Andoni Luis Aduriz, Paco Pérez, Ángel León, Francis Paniego, Toño Pérez, Ramón Freixa, Rodrigo de la Calle, Ricard Camarena, Marcos Morán, Josean Alija, Paco Morales y Sebastian Frank. Todos se unieron por la pasión por el producto y el conocimiento del terreno donde se ubican sus cocinas.
Verlos entre fogones es como presenciar la entrada a boxes en un gran premio de Fórmula Uno. La escudería de las chaquetillas blancas con sus estrellas, perfectamente ensambladas. Han sido tres jornadas a cada cual más galáctica. Para la primera, la inspiración fueron los platos históricos de Robuchon y para el resto, la desconexión de las técnicas culinarias que llegaron después de 1995. Es decir, no hubo ni espumas, ni nitrógeno líquido, ni deconstrucciones. Hubo magia, como la mesa de embutidos de Ángel León. Entre los bocados, las longanizas, morcillas y chorizos del chef andaluz, que en realidad son calamares, atún y caballa, entre otros pescados customizados en charcutería fina, la sopa de piñones de Paco Morales, preparada con erizo del Sahara. Las crestas de gallo se asemejaban a los buñuelos de bacalao, que tan divinamente preparan las señoras malagueñas y en la olla gitana de Dani García no faltaban los moluscos, los garbanzos y la hojita de hierbabuena. En cuanto a los postres, sobresalió el creado con ron Zacapa y chocolate negro, que en realidad era algarroba en vez cacao.
Todo ello, en un marco incomparable como es el Hotel Puente Romano y en la ciudad de Marbella, que tiene censadas 180 nacionalidades diferentes y que en estas jornadas muchos de los que no lo están, no dudaron viajar en su avión privado para ser comensales protagonistas de un encuentro de estrellas único y efímero.
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