Sara Carbonero
Casillas se despide de su abuelo
El portero del Oporto se trasladó hasta Ávila para asistir al funeral de su abuelo materno, que falleció el martes
Mariano Fernández, el abuelo materno de Iker Casillas, murió el martes por la mañana en un hospital de Ávila. Fernández, de 95 años, vivía desde hacía varios años en la residencia para mayores Decanos, también ubicada en Ávila, desde donde no han podido informar sobre su estado de salud, aunque un medio digital afirma que se encontraba delicado desde hacía tiempo. Sus restos fueron incinerados en el crematorio José Carlos Sánchez de Ávila, a donde Casillas se trasladó para darle el último adiós a su abuelo, con el que tenía una estrecha relación. Las hijas del fallecido no eran creyentes, por lo que no hubo ninguna ceremonia religiosa para despedir a Fernández. En su pueblo de origen, Navalacruz, ubicado a 50 kilómetros de Ávila, no hubo tampoco funeral ni acto de despedida.
La triste noticia coincidió con un viaje de Sara Carbonero a Madrid, donde tenía un compromiso con Piz Buin, marca de la que es embajadora. El martes, Piz Buin canceló el «photocall» hasta próximo aviso «por motivos personales de Carbonero», haciendo referencia evidentemente al fallecimiento del abuelo de Casillas. Ayer, varios medios afirmaron que decidió permanecer en Portugal –donde vive la familia desde que el portero comenzara a jugar en el Oporto– para cuidar de sus hijos, Martín y Lucas, de tres años y nueve meses respectivamente. Sin embargo, alguien presente en el tanatorio aseguró a LA RAZÓN que ambos estuvieron allí el miércoles por la mañana para la cremación. Además, personas cercanas al portero confirmaron que la pareja viajó el martes hasta Ávila para acompañar a la madre de Casillas, María del Carmen, y al resto de la familia.
Hijo predilecto
El guardameta y Carbonero visitaron a Fernández en la residencia de Ávila en varias ocasiones. Sin embargo, la única que trascendió a los medios fue su visita de 2010, cuando aún eran novios. Fue un 30 de diciembre y asistieron con la intención de desearle un feliz año y con él pasaron unas horas y se retrataron muy sonrientes. En verano de ese mismo año, el futbolista había llevado a su pareja a Navalacruz, que le nombró hijo predilecto tras el triunfo en la Copa Mundial. Por entonces estaba en construcción la casa que estrenaría al año siguiente con Carbonero y en la que la pareja ha encontrado refugio muchos veranos desde entonces.
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