Famosos

El emperador Trump prepara heredero

Su madre le llama Little Donald por el parecido físico que tiene el menor de los Trump con su padre: le gusta vestirse de traje y corbata y, de hecho, desde los cinco años sabe que de mayor quiere dedicarse a los negocios y al golf.

Barron junto a Melania y su padre durante la celebración del triunfo electoral de Trump
Barron junto a Melania y su padre durante la celebración del triunfo electoral de Trumplarazon

Su madre le llama Little Donald por el parecido que tiene con su padre: le gusta vestirse de traje y corbata y, desde los cinco años, sabe que quiere dedicarse a los negocios y al golf.

«Todos somos Barron Trump». La frase comenzó a repetirse en Twitter poco después de que el recién electo presidente de Estados Unidos terminara su victorioso discurso este miércoles. El nombre del hijo menor del republicano, de diez años, se convirtió en hashtag de inmediato y muchos usuarios de la red social aseguraron sentirse identificados con su cara de agotamiento: «Barron Trump luce como nos sentimos todos... un poco confundido», escribieron varias personas. Aunque muy elegante en traje y corbata, el niño apenas podía mantener los ojos abiertos y disimular los bostezos mientras su padre hablaba de hacer a EE UU grande de nuevo.

Su presencia en la tarima habría llamado la atención en sí misma, ya que el pequeño de los Trump no acompañó a su padre en casi ningún otro acto de la larga campaña, a excepción del de la convención republicana (donde tampoco paró de bostezar). Esta vez, sin embargo, ocupó un lugar protagonista entre la gran familia del magnate, ubicándose al lado suyo y delante de su madre, Melania. Al verles juntos era imposible no notar que, de los cinco vástagos del clan Trump, Barron es el que más se parece a su padre: tiene sus ojos y su nariz, y hasta su corte de pelo. Pero no es sólo el físico lo que los une, ya que, según su madre, también heredó el carácter de su progenitor. «Es un chico mentalmente muy fuerte, especial e inteligente. Es independiente y obstinado y sabe exactamente lo que quiere. Una mezcla de los dos en apariencia, pero su personalidad es idéntica a la de su padre, por eso lo llamo Little Donald», dijo Melania de su hijo durante una entrevista.

Barron no será, sin embargo, el niño más joven en vivir en la Casa Blanca, ya que Sasha Obama tenía siete años cuando su padre fue electo por primera vez. Además de ellos, los únicos otros que han jugado en los pasillos de la residencia presidencial son los de J. F. Kennedy. Cuando apenas se estaba lanzando como candidato, el ahora mandatario de Estados Unidos dijo a la revista «People» que su hijo menor estaba un poco nervioso ante la idea de mudarse a Washington. «Le da un poco de miedo», admitió, «cree que le vamos a alejar de sus amigos. Pero yo le digo que, si llego a ser presidente, podré ayudar a las personas, y a niños como él. Eso le contenta», explicó entonces Trump. Quizá su preocupación tenga que ver con que, en la Casa Blanca, tendrá tan sólo una habitación, mientras que en su ático de la quinta avenida de Manhattan, de tres plantas, sus aposentos ocupan una entera.

Cinco hijos, ocho nietos

Trump también habló en esa entrevista de lo dura que estaba resultando la campaña para el resto de su familia: «No tengo el tiempo que quisiera para pasarlo con ellos. Y veo a mis nietos menos de lo que me gustaría. Pero ellos entienden lo importante que es esto». El magnate tiene cinco hijos y ocho nietos de todas las edades; de hecho, entre su primogénito, Donald Jr., y Barron hay una diferencia de 28 años. En respuesta a la ausencia del padre, Melania se ha dedicado enteramente al cuidado de su hijo, por lo que nunca ha tenido niñera: «Mi esposo viaja constantemente, Barron necesita una figura paternal, por eso estoy siempre con él. Soy madre a tiempo completo», explicó en una ocasión. En otra entrevista, hace años, admitió que Trump nunca le cambió los pañales al niño ni se ocupó de meterlo en la cuna por las noches, cosa que, aseguró, no le molestaba en lo más mínimo.

Sin embargo, ahora que Barron ha crecido, el nuevo mandatario aprovecha cada oportunidad para pasar tiempo con él. Una de las aficiones que comparten es el golf, al que juegan juntos siempre que pueden. También el gusto por la ropa les une: el niño se decanta por un «look» elegante, de traje con corbata, como su padre. No es sorprendente, dado que, según Melania: «Cuando Barron tenía cinco años quería ser como papi: un empresario y golfista». El magnate no esconde su orgullo por el consentido de la familia –que desplazó a Ivanka, hija de su primera mujer, de ese puesto de honor– y lo menciona con frecuencia en discursos y entrevistas. Durante uno de los debates presidenciales, mientras hablaba de seguridad en internet, el entonces candidato aseguró que el pequeño «es muy bueno con los ordenadores, increíble». Y si durante la carrera electoral Barron no tuvo mayor protagonismo, no fue por miedo a exponerlo a la Prensa o al público, ya que ha posado con sus padres en más de una ocasión para revistas estadounidenses, y hasta apareció en «El aprendiz», el programa de televisión de Trump, cuando tenía ocho años. Sus padres, simplemente, prefirieron mantenerlo al margen de la locura de la campaña.

Si los tres mayores se encargarán de los negocios de papá ahora que éste será presidente –además, sin duda, de ostentar cargos en su Gobierno– al pequeño podría quedarle la vía libre para iniciarse en política desde joven. A excepción de Trump, que nada tuvo que ver con ese mundo hasta ahora, en Estados Unidos la mayoría de presidentes pasan por cargos públicos importantes –Kennedy fue senador, Bush padre embajador y congresista y su hijo, gobernador– antes de su llegada a la Casa Blanca. Si, como sus hermanos Donald Jr. y Eric, el niño es enviado en unos años al prestigioso internado Hill School, en Pensilvania, su educación también lo enfilará en ese sentido. Secretarios de Estado, congresistas, ministros, senadores y gobernadores –como Tom Wolf, hoy dirigente de Pensilvania–, además de grandes empresarios –como Jon Shirley, antiguo presidente de Microsoft, y Douglas «Sandy» Warner, CEO de J.P. Morgan– fueron formados en sus aulas. Por tanto, con la autodeterminación que su madre asegura que posee, una educación de élite y las lecciones que su padre sin duda le dará en política, Barron crecerá en el ambiente perfecto para forjar su regreso a 1600 Pensilvania Avenue posiblemente dentro de veinte años.

Exceso de lujo

Mucho antes de que el menor de su camada naciera, en una conversación con «Playboy» en 1990, el por entonces ya padre de tres aseguró, de manera fría, que «estadísticamente, mis hijos no tienen una buena oportunidad. Los niños de la gente exitosa son, por lo general, muy problemáticos». Sin embargo, todos los suyos parecen haber desafiado ese pronóstico, pese a las dudas que su padre albergaba con respecto, sobre todo, al exceso de lujo que les rodeó desde que nacieron. «Me pregunto qué piensan ellos cuando entran en Mar-a-Lago –el exclusivo club en Florida que suelen frecuentar– y ven techos más altos de los que ha visto nadie nunca. Y cuando el novio de mi hija la venga a recoger en Trump Tower dentro de unos años y contemple el salón principal, ¿cómo va a sentirse al llevarla de allí a un piso tipo estudio?», comentaba entonces. En la misma entrevista dijo que le gustaría dejarle a sus descendientes sus empresas. Ahora, sin duda, su aspiración será legarles su meteórica carrera política. Y la mejor opción es Little Donald, que está en la edad perfecta para comenzar a trazar una ruta hacia la Casa Blanca.

Mientras tanto, el niño crece rodeado de tanta o más extravagancia que sus hermanos. Una de ellas, por ejemplo, es que su madre se encarga de embadurnarlo de crema de caviar cada noche después del baño. Pero si, como a los mayores, el dinero no lo hace «problemático», el republicano no tiene nada de que preocuparse en lo que se refiere a su más joven heredero. De hecho, esa frase que comenzó como una broma –«Todos somos Barron Trump»– fácilmente podría convertirse en el eslogan de su campaña presidencial de, digamos, 2036.