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El posado real abandona Marivent

Hasta última hora de hoy, por cuestión de seguridad, no se desvelará el lugar elegido fuera de palacio

Zona del pantalán donde se hubiera visto a escasos metros a Don Juan Carlos y el Rey Felipe VI, pues los barcos que ambos patronean amarran próximos. Alberto R. Roldán
Zona del pantalán donde se hubiera visto a escasos metros a Don Juan Carlos y el Rey Felipe VI, pues los barcos que ambos patronean amarran próximos. Alberto R. Roldánlarazon

Hasta última hora de hoy, por cuestión de seguridad, no se desvelará el lugar elegido fuera de palacio

A la espera de ver a la familia real posando esta tarde en Mallorca, fuera del Palacio de Marivent, y conocer cómo les ha sentado el campamento en Estados Unidos a las pequeñas Leonor y Sofía, hay que reconocer que el sentimiento de desilusión reinaba ayer en el club náutico de Palma. Aún están digiriendo la no presencia del Rey Juan Carlos. «Estuvimos comiendo con él el mismo viernes y aunque sí es verdad que llevaba vendada la muñeca por las molestias que le ocasiona el bastón, estaba muy ilusionado con volver a regatear con su Bribón de seis metros en la bahía», afirmaba a LA RAZÓN una persona cercana al Rey Emérito. Horas después, el parte médico excusando su participación hacía acudir al desánimo entre los organizadores de la competición. Aún así y por si acaso, la rampa de acceso al pantalán, que le habían colocado para favorecer su movilidad, la mantienen por si el miércoles decidiera hacer su aparición. Algo improbable. Parece más motivado por la ilusión que por la realidad. El Bribón, propiedad de José Cusí, comparte esquina en el pantalán con el nuevo Aifos con el que participa Felipe VI y hay quien piensa que una foto de los dos Reyes juntos en estos momentos, después del «caso Corinna», no es aconsejable. El parte médico ha sido muy oportuno y más porque se trata de un hombre de 80 años, con problemas de salud, al que participar supone someterse a una jornada de competición muy dura, con dos pruebas por día, en las que las tripulaciones pasan unas siete horas embarcados a 37 grados y con una humedad del 99 por ciento. La 37ª Copa del Rey Mapfre es un acontecimiento social y económico para Baleares, ya que entre marineros, patrocinadores, organización, invitados o prensa se mueven más de 4.000 personas en los siete días que dura la competición y la presencia del Rey Felipe siempre suma y quieren que siga aportando por el bien que hace a la isla su presencia aquí. Suma tanto que este año también ha cambiado de división gracias a la cesión por dos años que le ha hecho el propietario de los barcos Swan, Leonardo Ferragamo (sí, hijo de Salvatore, el creador de calzado de lujo) a la Armada Española. Para cederlo solo ha puesto una condición: que el barco lo lleve el Rey, que Don Felipe sea su patrón. El nuevo Aifos es un barco de crucero de súper lujo de 50 pies, unos 15 metros de largo, equipado con su cocina, sofás de piel y camas. Todo lo que tenga de serie este Swan 50 –cisne en inglés– lo tienen que mantener y competir con ello.

El Rolls Royce del mar

Una embarcación así es el sueño de cualquier regatista y Don Felipe es rey pero también es un hombre que tiene sueños y no ve el momento de disfrutar de una embarcación que es calificada por los expertos como el Rolls Royce del mar. A falta de las maniobras acrobáticas de Pierre Casiraghi, al que este año no veremos sobrevolando las aguas mallorquinas con su catamarán volador Malizza porque se ha cambiado de categoría y ahora compite en una aún más peligrosa, como es la navegación oceánica en la clase Imoca; a falta del príncipe monegasco, sí que veremos cómo se desliza el cisne real de Don Felipe, el Swan 50 Aifos.

Los barcos «reales»

El Aifos, que patronea el Rey Felipe, duerme en el pantalán cercano al Palacio de Marivent o en el club náutico, mientras que los dos Bribones, uno de José Cusí y el otro de José Álvarez, al que éste último cambió ayer el nombre por el de Stela, propiedad de dos grandes amigos de don Juan Carlos, y que ambos son de su uso, atracan en el náutico.