Casas reales
Eterna Lady Di, muy a su pesar
Los homenajes que ayer volvieron a recordarla demuestran que sigue más viva que nunca pese a que su último deseo era retirarse del ojo público
Los homenajes que ayer volvieron a recordarla demuestran que sigue más viva que nunca pese a que su último deseo era retirarse del ojo público.
El deseo de los hijos de Diana de Gales de pasar la jornada de ayer, día exacto en que su madre falleció 20 años atrás, en la intimidad no impidió que a las puertas del palacio de Kensington volviera a repetirse la misma estampa de hace dos décadas: cientos de ramos de flores, fotos, mensajes y pancartas empapelaban las puertas de la residencia donde la eterna princesa vivió 15 años. Tampoco evitó que, en una fecha tan señalada, los titulares volvieran a hacerse eco de la tormentosa vida de la «reina de corazones», reubicándola en el epicentro de un revuelo mediático que, de estar viva, la propia Diana no soportaría.
Así se lo hizo saber a su amigo Richard Kay, ex correponsal de la casa real británica, poco antes de morir durante una conversación telefónica que, de acuerdo con la policía, fue una de las últimas que realizó antes de subirse al coche que la llevaría a su fatal destino. «Voy a retirarme de todas mis actividades públicas. Estoy cansada de las continuas críticas hacia mí», confesó a Kay, quien ayer aseguraba a «Daily Mail» que su amiga incluso contemplaba abandonar su labor en las organizaciones más conocidas en las que colaboraba, como Cruz Roja. Esta confesión de Diana se produjo dos días después de que «Le Monde» publicara que durante una entrevista al diario francés ella había criticado duramente al gobierno británico por su política respecto a las minas antipersona. Algo que Diana siempre negó y que, según Kay, la atormentó hasta minutos antes del accidente.
Cortejada por Trump
Kay asegura que durante la conversación de 40 minutos que mantuvo con la princesa ella le dijo que su plan a largo plazo era marcharse de Londres y, desde el anonimato, financiar la construcción de una serie de hospicios para niños de países pobres. «Cuando le pregunté por el lugar donde se retiraría, no tardó ni un segundo en responderme que Egipto». Allí estaría alejada de una atención mediática que tildaba de «abuso diario» y que nunca entendió. «En 1995, tras recibir el premio a la persona humanitaria del año en Nueva York, me dijo: “¿Me lo han dado por mi labor o por quién soy?”», afirma Kay. El periodista recuerda que en la ceremonia de aquellos galardones estaba presente Donald Trump, quien, según su relato, quedó prendado de la princesa. La invitó a su club de golf en Florida, aunque Diana nunca aceptó. Tras divorciarse de Carlos, el hoy presidente no paró de enviarle flores hasta el punto de que llegó a admitir sentirse acosada. El mismo acoso que dijo seguir padeciendo minutos antes de morir por la relación de su ex marido con Camilla: «¿Qué pasará si se casan? Estoy harta de que me comparen constantemente con Carlos y ella, que no es una buena mujer», dijo Diana a Kay durante su conversación.
Ansiaba una nueva vida en la que, pese a lo creído por todos, no había cabida para Dodi Al-Fayed: «Me comentó que acabaría rompiendo con él porque le aburría», asegura su amigo. Para Rosa Monckton, íntima de la princesa, su verdadero amor fue el médico pakistaní Hasnat Khan: «Quería volver con él, pero le echaba atrás su profesión, que les impedía estar todo lo unidos que Diana deseaba», afirmó ayer a «The Times».
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