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Preysler S. L., por menos de 100.000 euros no sale de casa
Sus contratos son confidenciales aunque sus derechos de imagen son tan galácticos como los de Cristiano Ronaldo o David Beckham. Ella misma se representa y gestiona directamente sus colaboraciones. Cotiza al alza
Sus contratos son confidenciales aunque sus derechos de imagen son tan galácticos como los de Cristiano Ronaldo o David Beckham. Ella misma se representa y gestiona directamente sus colaboraciones. Cotiza al alza
«La Crawford Inc. soy yo». Eso es lo que me contestaba durante una entrevista hace unos años Cindy Crawford, mientras se levantaba de su silla mostrando los 1,80 centímetros de cuerpo, cuando le preguntaba por sus negocios. Y es exactamente el mismo tipo de «empresa» que tiene Isabel Preysler. Ella es, como Crawford Inc. la Preysler S.L., Sociedad Limitada, una empresa unipersonal que no cotiza en Bolsa, pero que está sujeta a las mismas fluctuaciones del Ibex35. Partiendo de una cotización alta: por menos de 100.000 euros Isabel no valora propuestas comerciales, su valoración es sensible, igual que el Ibex, a los agentes externos; actualidad de sus hijos o internos; su noviazgo con Mario Vargas Llosa. Esos agentes imprevistos provocan disparos en la cotización de Preysler S.L., que ahora se encuentran en su máximo histórico por encima de la barrera psicológica del medio millón de euros e, incluso, con miras a entrar en el Dow Jones, ya que su relación con el Nobel peruano le abre las puertas al mercado internacional. Pero ojo, Isabel ya era un valor seguro en Bolsa por sí misma. Las agencias de valoración, tipo Standard & Poor’s, le darían la máxima calificación, la triple AAA porque, de media, contratar a Isabel Preysler multiplica por diez la inversión aunque no siempre se busca una rentabilidad económica, sino de posicionamiento y ella está en la cima. Preysler se representa a ella misma y gestiona directamente sus colaboraciones, es la única que no necesita ni mánager, ni publicista porque ella tiene todos los conocimientos y es la que mejor partido se saca. Los precios que circulan por internet sobre lo que cobra Isabel Preysler son especulaciones porque los contratos son confidenciales. En este negocio hay escalas de personajes; en lo más alto se encuentran por este orden: Penélope Cruz, Isabel Preysler, Irina y Pataky. Las cuatro guapas, exitosas y las cuatro con el máximo interés mediático social. Luego habría un intermedio: Tamara Falcó, Ana Boyer, Sara Carbonero, Paula Echevarría y, gracias al anuncio de su futura boda, se cuela en el ranking Eva González. Y en la base de la pirámide, el resto del celebritismo nacional que va y viene según su actualidad de bodas, bautizos o comuniones. ¿Y cómo cuida su empresa Isabel? Reinvirtiendo las ganancias, como todo buen empresario. Isabel no ha inventado nada gestionando sus derechos de imagen, el concepto estaba inventado y explotado en Estados Unidos, pero Preysler le ha dado el formato profesional en nuestro país. Desde hace 30 años, que comenzó su colaboración con Porcelanosa, es consciente de que sus derechos de imagen tienen un valor económico y los de Isabel, para el mercado español, son tan galácticos como los de Cristiano Ronaldo o Beckham. Es un oficio para el que se prepara; además de su alimentación sana, solo alterada por su inclinación al chocolate y por los viernes que tiene libre para comer perritos calientes y hamburguesas, invierte en masajes y tratamientos de belleza; es una maniática de la limpieza facial nocturna y de la crema antiedad efecto luminoso «My Cream», creada con su asesoramiento y marca o de su puesta en forma, porque Isabel tiene un equipo. Desde hace seis años, Cristina Reyes es su estilista, ella le busca los trajes y complementos para sus apariciones, con la confianza de estar siempre a la última y en su estilo. Del maquillaje y peluquería se encarga Lola Viraz ,y si ella no puede, es Ramón Ríos quien la customiza, pero es tal su conocimiento que es Preysler quien forma a su equipo.
Para fotografiarla hay varios profesionales, pero Pepe Botella es el primero en ser reclamado. «Me instalé en España en 2002 y ,al poco, comencé a fotografiarla» afirma Botella y añade «su lado bueno depende del día, pero quizá es el derecho, aunque ella está perfecta siempre».
Todos los que han trabajado con Preysler coinciden no sólo en que su imagen es impecable y que controla el impacto de su exposición mediática: «Es que es absolutamente detallista, supervisora, lo controla todo y previamente pide toda la información del acto o evento al que acude. Es una profesional con la que es un gusto trabajar».
Fiel a sus compromisos
A Isabel Preysler en estos momentos le llueven las ofertas, pero mantiene sus contratos con Porcelanosa, la revista ¡Hola!, su propia marca de cremas «My Cream» y los eventos puntuales con la joyería Rabat, una vez que terminó su contrato con Suárez, de la que fue imagen de sus campañas publicitarias desde 1998 hasta 2011. Isabel es fiel a sus compromisos y no solapa firmas que puedan ser competencia. Así que, terminado su acuerdo con los Suárez, comenzó en noviembre del año pasado su colaboración con Rabat, cuando inauguraron la tienda de Valencia, pero no es imagen de sus campañas, y acude sólo a eventos concretos. En el pasado también fue imagen de los bombones Ferrero Roché y de los cosméticos Astor. Luego hace cosas puntuales, como con Moet en 2012 o hace años cuando viajaba en un coche Chrysler cedido.
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