Diseñadores

Y Saint Lauren creó a la mujer

El smoking femenino tiene fecha de nacimiento, 1967. Fue la prenda que sintetizó como ninguna la aspiración de las féminas por emanciparse

Yves Saint Laurent, en 1967, junto a una joven Catherine Deneuve, que lucía su smoking
Yves Saint Laurent, en 1967, junto a una joven Catherine Deneuve, que lucía su smokinglarazon

El smoking femenino tiene fecha de nacimiento, 1967. Fue la prenda que sintetizó como ninguna la aspiración de las féminas por emanciparse.

Mi amiga Laura Luceño, a la sazón directora de estudios del Centro Nacional de Diseño y Moda de Madrid y una de las primeras personas que realizó una tesis doctoral sobre Moda en España, me confesó la semana pasada que había nacido en el 67. Así que mi pregunta fue inmediata. ¿Cuál era el acontecimiento destacado de su año de nacimiento? Su respuesta parecía preparada: el smoking femenino de YSL. Me relamí como un gato frente a una sardina. La prenda que sintetiza como ninguna otra la aspiración de las mujeres por emanciparse era de nuestro año. La moda volvía a anticiparse a la calle. Un año antes del 68, la pasarela de la alta costura ya había hecho iguales a los hombres y las mujeres. Hay que irse hasta los primeros pantalones o hasta el famoso traje «cuatro bolsillos» de Chanel para encontrarse con una tesis doctoral sobre la igualdad civil de los dos sexos tan breve y tan incuestionable como esta. Es verdad, como me advierte Laura, que ese smoking no tiene la soltura, la perfección, el magnetismo, de los muchos que YSL construyó durante décadas. Es un smoking como prestado, como cogido directamente del guardarropa de un hombre, más exactamente de un lord inglés, y puesto sobre las costillas de la eterna Eva. Pero el milagro sucedió, ahí está la foto brillando como una mariposa rarísima en el corcho de la historia.

Zapatos de medio tacón, pantalones con un poco de campana, fajín de satén, blusa blanca de muselina y «black tie» de satén negro, completan el conjunto de esa «dinner jacket», chaqueta para cenar, que trae inconscientemente a nuestra memoria a Catherine Deneuve. ¡Que pena que hubiese que esperar exactamente diez años para el lanzamiento, en 1977, de «Opium»! Porque me he quedado con las ganas de decir que a esa mujer solo le faltaban unas gotas de ese perfume –con provocador nombre tabú para la Francia que aún recordaba el trauma nacional de haber perdido su colonia Indochina– para salir a cenar a Maxim’s. Porque resulta –hoy me va a tocar la lotería– que de ese año, sí de 1967, es «Belle de Jour», la extraordinaria película dirigida por Buñuel y protagonizada por una Catherine Deneuve en estado de gracia cinematográfico, guapísima y, para mayor carambola, vestida de pies a cabeza por YSL. La película, un arriesgado triángulo amoroso basado en la novela casi homónima de Joseph Kessel, ganó el León de Oro del Festival de Venecia de ese año. Desde que en 1931 Chanel diseñase, por expreso encargo de Samuel Goldwyn, el vestuario de Gloria Swanson para «Esta noche o nunca» de la MGM, los amantes de la moda en el cine no habíamos sido tan felices.

Las bombas caían sin fin en Vietnam sin conseguir la derrota de un pequeño pueblo frente al ejército más poderoso de la tierra; Nasser, líder de la revolución socialista en Egipto, comenzaba a perder su aura como consecuencia de la derrota frente al ejército de Israel en la Guerra de los Seis Días; Fidel Castro pronunciaba uno de sus discursos más emocionantes ante la muerte del Che; pero las revistas de moda, ajenas a tanta guerra y tanta desolación, seguían dictando casi militarmente el color de la temporada y el largo de las faldas. «El vestido transparente», como proclamaba una publicidad entonces muy seducida por la semiótica, ponía una gota de clase en las revistas graficas de todo el mundo. Había nacido «Y», el primer parfum de YSL. Ese año, Nan Kempner se quita los pantalones de su smoking en uno de los restaurantes más elegantes de Nueva York para que la dejen entrar. Las mujeres aún tenían prohibido su uso en alta sociedad. Un año más tarde, el smoking incluía pantalones bermudas y blusa transparente, batiendo otro tabú, el desnudo en la alta costura. Y así hasta 250 smokings, cuarenta de ellos incluidos en la exposición ofrecida en 2006 por la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent. «Ympresionante».