Moda
La costura fetichista de Balenciaga
El director creativo de la firma de origen español vuelve a sorprender en París con prendas de látex y cuero que se ajustan al cuerpo como una segunda piel.
El director creativo de la firma de origen español vuelve a sorprender en París con prendas de látex y cuero que se ajustan al cuerpo como una segunda piel.
La de ayer fue una jornada de mucho estrés para las editoras de moda, blogueras e «it girls» de todo el mundo. En el sexto día de la semana de la moda parisina se reunieron varios de los más valiosos de cada temporada: Balenciaga, Céline, Valentino, Galliano y Givenchy; de hecho, algunos se celebraron con apenas media hora de diferencia. Anna Wintour, que no se pierde una pasarela de Denma Gvasalia, director creativo de Balenciaga, tuvo que correr para ocupar su puesto en la primera fila del «show» de Céline. Pero las prisas valieron la pena, pues Gvasalia –que ya se ha ganado el título de «enfant terrible» de la industria– no dejó indiferente a nadie con sus propuestas para la próxima temporada primavera verano.
El charol, el látex, el cuero y el spandex fueron los tejidos principales de esta colección que explora las relaciones entre la costura y el fetichismo. Gvasalia se decantó por estos materiales, que se acoplan a la figura y la resaltan por las sensaciones que producen en su contacto con la piel. Al joven diseñador, que llegó a la «maison» fundada por Cristóbal Balenciaga el año pasado, siempre le ha movido la capacidad de la ropa para producir emociones. En una reciente entrevista con «Vogue», Gvasalia explicaba que cuando ideó el «look» de apertura de su primer desfile para la firma –un traje de falda y chaqueta que resaltaba las caderas– le preguntó a la modelo que lo llevaba cómo se sentía: «Me contestó: “Como si perteneciera a un listado de ‘Forbes’”. Y yo pensé: “Voilà!”».
Aunque nunca ha intentado imitar al fundador de la marca, sí lo tiene como referencia; de hecho, una imagen en blanco y negro del español es el único objeto decorativo de su oficina de París. Gvasalia asegura que lo que tienen en común es que la mujer está en el centro de sus diseños: «Trato de entender cómo las veía. Las quería y respetaba, y eso lo veo en su forma de aproximarse al cuerpo femenino. Le gustaba probar las prendas en modelos que no fueran perfectas. Prefería trabajar con la realidad y resaltarla».
De Céline a Valentino
Como en Balenciaga, con Céline también se impusieron las prendas XL –en este caso abrigos y chaquetas– y además hubo guiños muy evidentes a Yves Klein con vestidos que emulaban sus famosos lienzos azules. Aunque primó una silueta más bien masculina, no faltaron los vestidos largos y las faldas vaporosas. Para Valentino, que siguió en el saturado itinerario de ayer, la feminidad clásica de vestidos casi victorianos fue la regla. Aunque mucha de la atención se la llevaron los accesorios: bolsos «cross body» y zapatos con ningún o muy poco tacón que daban el toque bohemio a las elegantes faldas plisadas, semi transparentes y de encaje. Se trata del primer –y exitoso– desfile de Pier Paolo Piccioli desde que su pareja creativa, Maria Grazia Chiuri, se pasó a diseñar para Dior.
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