AVE

Del tren minero al AVE

La Razón
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Aunque la época de negociación de los presupuestos pasó y, miserias de la aritmética parlamentaria, lo mollar de las inversiones se lo lleva el PNV, siempre deja palabras esperanzadoras la visita del ministro responsable de la obra pública, único maná del que se alimenta en Andalucía el empleo fuera del agro y de los caladeros del turismo y la construcción. Íñigo de la Serna, con su estampa de galán otoñal hollywoodiense, acompañó a la local Fátima Báñez a un corte de cinta en Huelva, donde el titular de Fomento anunció la buena nueva del advenimiento del AVE: es cierto que se trató de una promesa sine die pero, ¿qué importa ese detalle a quien lleva tres decenios realizando una justa demanda en el desierto de la incomprensión? La conexión por tren entre la capital onubense y Sevilla, noventa kilómetros hasta esa puerta a Madrid y al mundo que es desde 1992 la estación de Santa Justa, es una de las cuestiones peor resueltas de la política de infraestructuras de los distintos gobiernos nacionales y del único gobierno regional. Antes del nacimiento de la mítica Compañía de Ferrocarriles Andaluces (1877), ya circulaban convoyes de mercancías entre Riotinto y San Juan del Puerto o entre Zalamea y El Cuervo, pero de nada le ha valido a Huelva su condición de pionera, tampoco en lo tocante a los trenes, y la provincia ha quedado aislada, con lo que ello supone de rémora también para el sector turístico: la Costa de la Luz recibe más visitantes a través del aeropuerto portugués de Faro que desde ningún otro punto de la Península. De la Serna anuncia el saldo de una, ésta sí, deuda histórica, aunque persiste el temor de un aplazamiento ad calendas graecas: «Hay que ser prudentes con los plazos, pero también muy firmes en el compromiso». Creer o no creer...