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Esta luz de Sevilla...

La Razón
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Poder conversar con Don Andrés Amorós es un privilegio para cualquier persona por su categoría humana. Sobre todo, para alguien que ame las tradiciones, la historia, la literatura, o nuestra cultura en general. D. Andrés Amorós es autor de más de ciento cincuenta obras. Y, recientemente, acaba de publicar «Esta luz de Sevilla...», enmarcada en la Colección «Sevilla en tus manos», de la Editorial Guadalturia. Crítico taurino, erudito del teatro y de la música, Amorós es Académico de Buenas Letras de una ciudad a la que trata con sumo respeto y delicadeza. Gallista acérrimo, nazareno de la Hermandad del Silencio y Pregonero Taurino de la Real Maestranza, Amorós es un sevillano hondo y serio. Así lo atestigua y da fe de ello Maese Antonio Burgos, quien certifica mejor que nadie los «Papeles de Sevillanía» del autor. A través de sus ensayos y escritos recorremos la ciudad de la Giralda por tres rutas fundamentales: los toros, la literatura y la Semana Santa. Una trilogía temática donde el lector se siente acompañado por personajes como Velázquez, Miguel de Mañara o los hermanos Machado. Un paseíllo literario que va desde «La Exaltación a la Santa Cruz», hasta un hermosísimo «Decálogo taurino», donde Amorós defiende la Fiesta taurina como fuente de inspiración de artistas universales, intrínsecamente unida a la historia y la cultura de España. Por entre sus páginas nos adentramos en el personaje de Joselito «El Gallo» –como devoto de la Macarena–, descubrimos la relación de Cervantes con la Sevilla de la Américas o cómo Don Quijote fue «el mejor de los toreros», en palabras de Ignacio Sánchez Mejías. Y todo ello, sin olvidar el mito de Don Juan, «Un caballero andaluz» llamado Eduardo Miura o la figura de Manolo Vázquez, un «sevillano serio». Y es que, como el propio autor nos dice, «debajo de la Sevilla superficial, folklórica y turística, hay otra, más recóndita, mucho más bella». En definitiva, un viaje íntimo y luminoso, escrito por un maestro, que culmina esta magnífica obra –que dedica a Auxi, su mujer– abriendo la Puerta del Príncipe de nuestros pensamientos, para mostrarnos la luz honda y plena de la Sevilla verdadera.