Fotografía

García Maroto, el hombre de Hollywood en España

Planes para evadir el frío que parece inevitable

Imágenes de la exposición sobre la obra de Eduardo García Maroto, que se puede ver en el Museo del Anticuarium de Sevilla
Imágenes de la exposición sobre la obra de Eduardo García Maroto, que se puede ver en el Museo del Anticuarium de Sevillalarazon

Planes para evadir el frío que parece inevitable

Las previsiones meteorológicas anuncian importantes bajadas de temperatura con la llegada de las rebajas a los escaparates. El invierno llega de sopetón y los planes para los fines de semana hay que seleccionarlos con cierto tiento, para no caer ni el aburrimiento ni en la gripe traicionera. Varias propuestas defienden el ocio en espacios cerrados.

Arrancamos con una exposición para conocer la obra de Eduardo García Maroto, que dicho así al público en general puede que no le diga nada, pero que contiene en las 50 fotografías seleccionadas la trayectoria de una de las carreras más importantes del cine español. «García Matoro: de Jaén a Hollywood» llega al Museo del Anticuarium de Sevilla de la mano de Miguel Olid, que es el comisario de la muestra. Nacido en Jaén en el año 1903, como a muchos de su generación, le tocó vivir entre el reciente sentimiento que provocó la pérdida de Cuba, donde su padre estuvo como ingeniero militar, y la masacre de la Guerra Civil.

Desde sus primeros años de infancia se siente atraído por el cinematógrafo mientras recorre diversas localidades españolas donde su padre es destinado. El cine aún no es el gigante cultural de décadas posteriores, sino un invento que se ve con ojos asombrados y desde el primer momento se siente atraído por lo que ve en la pantalla. Afición que se ve cortada durante unos años debido a que es llamado a filas para participar en las campañas de la Guerra de África. Estamos en los años 20 y a la vuelta del frente, aquel joven comienza a participar de la incipiente industria cinematográfica en varios oficios relacionados con los aspectos puramente técnicos, hasta que en 1935 rueda «La hija del penal».

La guerra le sorprende en Córdoba rodando «El genio alegre», lo que le obligará a suspender la filmación y marchar a Portugal. Como muchos españoles de los que se ha llamado «La tercera España», no se encuentra cómodo durante el franquismo ni con la censura, y con el paso de los años acaba dedicándose a trabajar mano a mano con los directores norteamericanos que llegaban a nuestro país para rodar las grandes superproducciones. España era un país barato e ideal para que las estrellas vinieran a hacer sus películas siempre que hubiera un nativo dispuesto a organizarlo todo. García Maroto, en su calidad de director de producción, surtía y estaba al tanto de lo que necesitaban los más grandes. Hasta 1989, fecha en la que murió, estuvo vinculado al mundo del cine y la comunicación, llegando incluso a ser articulista de la revista de humor «Hermano lobo».

La muestra refleja las múltiples facetas de su vida profesional y personal, a la vez que forma parte de un seminario organizado por la Universidad de Sevilla destinado a ahondar en la obra de alguien que formó parte de ese momento dorado para la cultura española que nace en los años previos a la II República y del que tanto bebieron el resto de creadores nacionales durante todo el siglo XX. La cita es en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus) entre el 17 y el 20 de enero, con el horizonte de conocer un poco más a un cineasta del que bebieron grandes como Luis García Berlanga y responsable de que en España se rodaran con éxito grandes piezas de Hollywood como «Espartaco».

Del cine al teatro, con una reinterpretación de la obra de D. H. Lawrence «El amante de Lady Chatterley». Dentro de la programación del Festival de las Artes Escénicas de Sevilla (Fest), desde ayer en la sala La Fundición tiene lugar el juicio contra Constance. La actriz Ana Fernández se mete en la piel de esta mujer para representar «El lunar de Lady Chatterley», donde la protagonista se enfrenta a un tribunal formado exclusivamente por hombres para contar la verdad de sus sentimientos, pasiones, su exquisita visión del ser humano y el sentido del humor que acompaña su vida cotidiana mediante la exposición de los impulsos que marcan su caótica y emocional inteligencia. El texto lo firma Roberto Santiago y la dirección recae en Antonio Gil.

También en Sevilla, en el teatro Lope de Vega, hasta el 22 de enero hay una cita con «Cabaret», la obra que desde 1966 no se ha dejado de representar. 50 años de éxitos internacionales que premian una historia en apariencia frívola en Berlín durante el año 1931. Es mucho más que «Money, money», chicas con melenitas Bob y diversión picantona, porque recuerda aquel momento glorioso en el que Europa era una especie de paraíso donde olvidar los estragos de la Gran Guerra. Había que disfrutar, pero el mal ya se cocinaba a pocos metros de las puertas del mítico Kit Kat Club. Todo el mundo sabe de qué se habla porque sólo dos años más tarde, aquel universo fue aplastado por las oscuras botas de los nazis. «Cabaret» es sinónimo de diversión, pero también una herramienta para pensar sobre lo que no debe repetirse.