Andalucía
La mendacidad como medio político
Dice el diccionario que mendacidad es el hábito o la costumbre de mentir. Sin duda, ese hábito, esa costumbre, está fuertemente instalada en la política diaria de los partidos produciendo un daño irreparable en los ciudadanos del país, que cada vez se sienten más alejados de las formaciones que los representan. Estaba el viernes viendo el programa «LaSexta Columna», de la cadena del mismo nombre, y en ese momento estaba siendo entrevistado el coordinador de Izquierda Unida, Alberto Garzón; se hablaba del tema del Valle de los Caídos. En ese momento empezó el ciudadano Garzón –en principio, una persona agradable y preparada– a mezclar hábilmente mentiras con verdades, aunque también pudiera ser ignorancia o dejadez por no haberse preparado el tema, pero no lo parecía. Él tenía como fin darle un «zasca» a la monarquía a través de su actual titular, al que llamó reiteradamente el ciudadano Felipe de Borbón; chocante el tratamiento, porque lo primero que se le puede exigir a un representante de los ciudadanos es que esté instalado en la realidad. Se puede ser republicano y tratar con todos los medios legítimos que la democracia te ofrece conseguir que la forma de Estado se cambie, cuestión que como él bien conoce es imposible en las dictaduras comunistas. Felipe de Borbón es el Rey de España, que al parecer es un dato que él desconoce, pero si tanto le hace sufrir el título, queda al menos decoroso referirse al monarca como Jefe de Estado. Aseguró que España era una república de siempre, que fue la dictadura la que creó la monarquía. Por el camino se le olvidó que desde Fernando III, Rey de Castilla y León que llevó sus conquistas hasta Sevilla y fue uno de los monarcas que empezó a tejer la gran España, han pasado más de 800 años, las dos repúblicas han sido en tan larga historia unos versos sueltos. Fue gracias al patrocinio y apoyo incondicional del Rey Juan Carlos que se logró una transición pacífica, con el refrendo a la Constitución afortunadamente vigente, que algunos ya dan por caducada. Y esto ya no tiene más espacio, con lo que vuelvo al «mañana, capítulo dos».
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