Crisis económica
Mariano Pérez de Ayala: «Cáritas no está para sustituira los servicios públicos sociales»
Director de Cáritas diocesana de Sevilla
Nieto y tataranieto de alcaldes de Sevilla, Mariano Pérez de Ayala se apartó de la primera línea de la política hace trece años, aunque su compromiso con la cosa pública sigue vigente. Ahora acaba de tomar las riendas de Cáritas Diocesana, un «termómetro social» que se ha convertido en el único recurso de muchas familias para subsistir.
–¿Desde dentro de la organización se ve la crisis de manera distinta?
–Desde el año 2008 la asistencia se ha disparado. Se ha ido ampliando el perfil de las personas que acuden a las Cáritas parroquiales. Desde hace meses venimos detectando que acuden personas que hace años no eran usuarios de nuestros servicios. Son profesionales y personas de clase media que, por una situación de desempleo, jamás han acudido a pedir ayuda.
–¿Cómo es la cara de la pobreza en Sevilla?
–Es bastante plural. Antes de que comenzara la crisis, en los estudios que realizaba Cáritas y la fundación Foessa, se alertaba de la existencia de ocho millones de pobres aproximadamente en España. En los últimos años ese número se ha duplicado. El perfil de la pobreza en una ciudad como Sevilla ya no está localizado en unos barrios determinados, sino que está más extendido. Hay barrios de clase media y obreros en los que las situaciones de pobreza no eran tan acusadas y ahora sí. Sevilla es una provincia en la que el paro supera el 30 por ciento, por lo estamos en la cúspide del ranking de las provincias con más desempleo. Y paro significa pobreza y marginalidad.
–Los problemas empiezan cuando no se puede pagar el alquiler, la hipoteca o el recibo de la luz y luego ya no hay para comer o vestirse...
–Efectivamente, son servicios básicos. También ahora a principio de curso hay personas que acuden a Cáritas para pedir ayuda para el material escolar. La ayuda para los libros es muy escasa y muchas familias no tienen para el resto de utensilios. Es un servicio básico, puesto que la educación es básica.
–¿Se traza entonces un orden de prioridades?
–Procuramos atender todas las necesidades de las familias. Aunque tenemos muchas peticiones de ayuda, hacemos un esfuerzo, al igual que los particulares y las empresas, que están siendo muy generosos. Hay casos que ejemplifican la situación que estamos viviendo, como que nos pidan ayuda para comprar unas gafas. ¿Qué es lo básico y qué no? Lo cierto es que nadie se acerca a Cáritas a pedir nada que realmente sea superfluo.
–¿A cuántas personas está atendiendo actualmente Cáritas Diocesana?
–El año pasado las Cáritas parroquiales atendieron en Sevilla en torno a las 70.000 personas. A veces son personas individuales y en otros casos son familias, por lo que el número se multiplica por tres o cuatro. En los años 2008 y 2009 las cifras aumentaron mucho y ahora se ha estabilizado.
–¿Llega la organización a donde no llegan las administraciones?
–Cáritas no está para sustituir a los servicios públicos sociales. Éstos tienen que seguir funcionando y nosotros denunciaremos los recortes que existan. Las administraciones no pueden ampararse en la tarea de Cáritas o de otras organizaciones para eludir su responsabilidad. Los ayuntamientos, la Junta de Andalucía y la Administración central deben seguir prestando esos servicios. Vamos a ser beligerantes en denunciar si se producen recortes, formales o encubiertos, en los servicios sociales. Es verdad que nosotros llegamos a sitios a donde no lo hace la Administración.
–Recientemente Cáritas denunció que la Junta había recortado un 90 por ciento en materia de formación para el empleo. ¿Se mantiene el «tijeretazo» en este ámbito o se ha extendido a otros?
–Se sigue manteniendo y estamos detectando otros recortes. Pero no queremos reprochar nada a nadie, aunque si vemos algo que afecte a los derechos de los más necesitados nuestra obligación es denunciarlo con la intención de que se corrija. No entramos en el juego político. Después nosotros colaboramos con la Administración en muchos programas y estamos dispuestos a colaborar en más, pero ojo, no a sustituir.
–Fue concejal del Ayuntamiento de Sevilla y parlamentario autonómico. ¿Hasta qué punto la política puede sentar las bases para salir de la crisis?
–La política es el primer factor de transformación social. Y Cáritas no sólo está para asistir a las personas, sino que también quiere trabajar en esa transformación social. Queremos que la sociedad vaya avanzando hacia mayores niveles de igualdad y justicia. Aquí no estamos para despreciar la política.
–¿Está desencantando con la política?
–Estoy preocupado. Veo que hay una separación evidente entre el ciudadano y la política. Por muchas razones, y los políticos son los causantes de muchas de ellas. Yo me incluyo también ahí porque me he llevado 20 años en política y hago también mi propia autocrítica y digo «algo hemos hecho mal para que la gente vea la política como una actividad que no le interesa e incluso oscura». No estoy desencantado porque creo que la política es necesaria para la sociedad. Una sociedad funciona porque tiene unas normas, unas instituciones y porque hay unas personas que asumen unas responsabilidades. Sin embargo, veo poca intención de entrar en un proceso de regeneración del ámbito de lo político.
–Ante este aluvión de demandas, ¿escasean los recursos?
–No podemos ayudar en la medida que se nos solicita porque los recursos son limitados. Pese a ello, la gente está siendo tremendamente generosa. Cáritas es una asociación que funciona con transparencia y la gente ve que los recursos que recibimos los dedicamos a ayudar. Además, nuestros costes de estructura los tenemos muy controlados.
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