Granada

Más allá del manga

Cuando aún queda un trimestre de celebración del 150 aniversario de las relaciones diplomáticas entre Japón y España, puede ser una magnífica ocasión para recordar un excelente libro del historiador Florentino Rodao, experto en la huella de España en Asia y el Pacífico. «Franco y el Imperio Japonés» recoge aspectos de nuestra historia en común tan desconocidos como sorprendentes, como la afirmación de que España y Japón, o más bien sus respectivos imperios, compartieron fronteras. Eso sí, fue por muy poco tiempo, el que trascurrió desde el inicio, en 1895, de la ocupación nipona de Taiwán, donde también hay huella española (como reflejó en un documental el cineasta sevillano José Miguel García, afincado en la isla), y la pérdida de Filipinas en diciembre de 1898. A diferencia de otros países, especialmente Corea, donde aún se recuerda la ocupación japonesa, en Taiwán se asocia dicha colonización a un proceso de modernización de la isla.

Además de esta circunstancial vecindad por las aguas limítrofes, un aspecto muy llamativo del libro de Rodao es el hecho de que José Millán-Astray se inspirara en el Bushido, código de lealtad y honor de los samuráis, al fundar la Legión. De hecho, no deja de ser significativo que bushi signifique caballero armado y que él sintiera predilección por el término de caballeros legionarios a la hora de hablar de sus soldados. Tal vez sea aún menos conocida la masacre de parte de la colonia española en Manila a cargo de soldados japoneses durante la ocupación de la antigua colonia en plena II Guerra Mundial; este hecho fue del todo incomprensible por la cercanía de Franco con las potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón.

Por fortuna, estamos en otros tiempos y hoy en día un importante sector de la juventud se siente muy atraída por la cultura japonesa. No hay ciudad de cierta dimensión que no cuente con alguna actividad relacionada con el manga; a pesar de su dificultad el idioma japonés cuenta, desde hace unas dos décadas, con entusiastas alumnos, ávidos de aprender kanjis y los otros dos alfabetos, hiragana y katakana, con los que disfrutar más de los mangas. Bajo esta denominación hay una amplísima clasificación temática así como por edades y sexos. Entre las últimas novedades editoriales destaca especialmente «Obscenidad», de la artista Rokudenashiko, nombre artístico que podría traducirse por inútil. El libro narra su odisea personal, ingreso en la cárcel incluido, por su empeño en hacer arte con un molde de su vagina. Ameno y muy bien narrado, es una brutal denuncia del sistema judicial japonés que cuenta con un 99% de culpabilidad en sus condenas. Que esta democracia tenga un sistema carcelario tan estricto, tal vez más que el estadounidense, sorprenderá a sus lectores. También es muy interesante «Pescadores de medianoche», de Yoshihiro Tatsumi, un mangaka, maestro y fundador del gekiga, cómic alternativo japonés; incluye nueve relatos cortos en los que disecciona el milagro económico de su país de principios de los 70 mostrando los desvelos, preocupaciones y angustias de millones de jóvenes. Se anticipa a su tiempo al hablar de la robotización y la soledad de las personas mayores y, al igual que en «Obscenidad», rompe con el tabú del sexo al narrar los problemas de una joven pareja ante la falta de intimidad de sus relaciones.

Estas historias aún no han sido llevadas al cine a diferencia de «El niño y la bestia», entretenida reflexión sobre el aprendizaje, el relato romántico «Fireworks», «Voces de una estrella distante», escrita, dibujada, animada, doblada y dirigida por Makoto Shinkai, también autor de «Your name», cuarta película más taquillera de la historia en Japón y recibida con excelentes críticas por conectar inteligentemente con pequeños, adolescentes y adultos. Además de sus adaptaciones al cine y los mangas originales, estos cuatro títulos también están editados en versiones noveladas para quienes anteponen la lectura a todo lo demás.

De todos los autores japoneses, tal vez uno de los más prestigiosos sea Jiro Taniguchi, idóneo para adentrarse en este fascinante mundo del manga japonés. Fue el principal divulgador de esta expresión artística fuera de su país gracias a maravillosos relatos poéticos, que destilaban una sensibilidad extraordinaria. Títulos como «El almanaque de mi padre» o «Barrio lejano» se antojan como absolutamente imprescindibles por su carga de nostalgia y el buen gusto por los pequeños detalles.

Admiradores de estos autores, lectores habituales de mangas o simplemente amantes de la cultura japonesa tienen desde mañana una importante cita en la capital nazarí, donde se celebrarán unas jornadas de Japón en Granada con talleres, mercadillos, espectáculos, cocina japonesa e intercambios entre estudiantes españoles y nipones para mejorar los conocimientos de las respectivas lenguas.

Recientemente, en la Bienal de Flamenco de Sevilla se pudo apreciar la conexión entre ambos países a través del flamenco, no solo por espectadores procedentes de allí, donde existe una revista sobre flamenco desde 1984, o por el creciente número de artistas orientales, sino también por el espectáculo de Eva Yerbabuena, «Cuentos de azúcar», en el que recurría a un tradicional instrumento japonés, el taiko, para reforzar su homenaje a la cultura de las islas Amami, al sur de Japón. Consiguió poner en pie el Teatro de la Maestranza, inmejorables elogios de los críticos más exigentes y la admiración de los amantes de la cultura japonesa.

Un pilar fundamental en la relación entre Andalucía y Japón es la localidad sevillana de Coria del Río, donde se instaló una comunidad venida del Lejano Oriente y cuyos descendientes portan el apellido Japón. Quien fuera Consejero de Cultura, Rector de la Universidad Internacional de Andalucía y uno de ellos, Juan Manuel Suárez Japón, es el coguionista, junto al director Juanma Suárez, del interesante documental «Las huellas del Samurái» sobre la historia de Hasekura Tsunenaga y su expedición de 1614, en el que se incluyen muy acertadas reflexiones del escritor hispanoperuano Fernando Iwasaki, también con sangre japonesa. Como bien se puede ver, en Andalucía las conexiones con Japón son mucho más profundas y llegan más allá del manga por el que sienten tanta pasión numerosos jóvenes de todo el mundo.