Andalucía

Mejor gordo que anoréxico

La lección de las elecciones autonómicas del 25 de marzo de 2012 debería haberla aprehendido (tras haberla aprendido) Susana Díaz, a cuyos áulicos siga confundiendo el Altísimo. Entonces, tenía Javier Arenas todas las cartas demoscópicas en la mano para propiciar la bendita alternancia pero las dilapidó entre la «campaña de perfil bajo» que le aconsejó Pedro Arriola, esa calamidad, y el decepcionante (o indignante) arranque de Rajoy tras haber llegado a La Moncloa unos meses antes. Contaba ayer aquí mismo Noelia Acedo que el PSOE andaluz pretende salvar las seis semanas que faltan para el 2-D con una dulce modorra, sin ruidos ni sobresaltos que exciten a los adversarios. Olvida que su tesitura es parecida a la del PP hace seis años: el debate ‘sotto voce’ desmovilizará a los propios y cada gansada del Gobierno central, que con el ritmo que lleva no se contarán ni con los dedos de las cuatro extremidades, pondrá un puñado de papeletas en la cesta de los otros. Ninguna encuesta apunta al vuelco, de momento, sobre todo porque los candidatos de las derechas –escrito quede con toda la ironía del mundo por ser ambos apenas unos socialdemócratas tristes– se quedarían en 54 escaños si concurriesen solos. Moreno y Marín, M&M, son esa bolsita de avellanas chocolateadas que la glotona Susana devoraría de medio mordisco si se pusiera a ello, pero se conoce que la nueva política es más de la quinoa con aceite de soja que de la dulcería industrial. La quieren poner a dieta de polémicas sin considerar que muchos cuerpos lucen mejor redondeados y se acartonan cuando ingieren alimentos sin sal. A ver si con la tontería del figurín la van a dejar anémica, en déficit de proteínas y a las puertas de la inanición. Mejor gordo que anoréxico, no hay color. «Panceta en la ensalada», pide El Kanka.