Elecciones andaluzas

¿Quién votará a Vox?

Nacida en los nevados que rodean La Paz, esos colosos que los bolivianos llaman «cerros» de la Cordillera Real, R. es tan rápida de lengua como de cerebro y recoge cualquier guante dialéctico que le sea lanzado. «Voy a votar a Vox el 2 de diciembre porque quiero echar a todos los inmigrantes como tú», la provoca L. antes de quedarse patidifuso con su respuesta fulminante.

«No, a Vox vamos a votarle mis hermanas y yo porque lo que está es contra la inmigración irregular pero protege a los sudamericanos que, como nosotras, tenemos ya la nacionalidad española o a los que sacaron sus papeles para trabajar».

Los expertos en demoscopia, si es que eso existiese, advierten que la irrupción de los partidos extremistas, y Vox lo es, siempre resulta mucho más rotunda de lo anunciado. Es lo que parece que acontecerá en las inminentes autonómicas, cuando Abascal le arrebate los 50.000 primeros votos al PP, seguro que sí, pero coloque a algunos diputados en las Cinco Llagas a costa de Podemos ya que su argumentario de menú infantil, sencillo de tragar y de digestión inocua, prende rápido entre la facción más inflamable del electorado.

Las primeras victorias resonantes del Front National francés fueron en antiguos feudos obreristas como Marsella o el Paso de Calais y, del mismo modo, a Vox no lo colarán en las instituciones cuatro pijos revenidos sino esa masa periurbana que, tras ser puteada por la crisis, vive ahora zarandeada por las exquisitas ocurrencias de la progresía políticamente correcta: los que vetan el jamón de york en los comedores escolares para no soliviantar a los alumnos musulmanes y les meten un sablazo vía impuesto de hidrocarburos a los padres de familia sin monetario para jubilar al viejo utilitario diésel con cien mil kilómetros de sangre, sudor y lágrimas a cuestas.