Videos

Unidad política en torno al Puente de La Pepa

Las dos principales fuerzas políticas resaltan la importancia del trabajo en común y de la lealtad entre los españoles

Mariano Rajoy junto a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, el alcalde de Cádiz, José María González y la ministra de Fomento, Ana Pastor
Mariano Rajoy junto a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, el alcalde de Cádiz, José María González y la ministra de Fomento, Ana Pastorlarazon

Rajoy ha elogiado los grandes logros y las grandes obras, como el puente de la «Constitución 1812» en Cádiz que ha inaugurado hoy, que son capaces de conseguir los españoles cuando edifican «sobre los pilares del entendimiento y la concordia».

A la última versión de Mariano Rajoy, el político que se ha echado a la calle en el tramo final de la legislatura para reconquistar el voto dormido del PP, se le entiende con meridiana claridad. Ayer, en Cádiz, el presidente del Gobierno ponderó las bondades de «la unidad» y de «la lealtad» a la hora de dar a conocer al mundo las «grandes obras» que manan del «talento español». Un alegato prístino en su significado al que sin embargo cabría aplicarle el factor corrector de la sempiterna duda galaica. ¿Se refería al desafío secesionista catalán? En cierto modo, porque aunque estaba a mil kilómetros de Barcelona, Rajoy loaba las ligazones alcanzadas gracias a la Constitución. Así discurseó, en efecto, en la cima del Puente de la Constitución... de 1812, setenta metros sobre las aguas del Océano Atlántico, un monumentazo de la ingeniería civil que ligará Cádiz con Puerto Real.

Antes que él, Susana Díaz, recién aterrizada de la campaña catalana, casi calcaba las ideas-fuerza: reclamó la lideresa «altura de miras» para que «todos los partidos» trabajasen «por mejorar las condiciones de vida» de los ciudadanos. Los de la depauperada Cádiz pero también los de la industriosa Cataluña, se entiende. Rajoy charló con la presidenta de la Junta, en presencia de Ana Pastor, de forma distendida; casi podría decirse que con complicidad, como si no sólo las grandes infraestructuras fuesen una cuestión de Estado ante la que merece la pena aparcar la lid partidista. Comparten preocupaciones comunes: por razones distintas pero quizá no tan distantes, a ambos quita el sueño la inconsistencia ideológica de Pedro Sánchez, de profesión sus vaivenes. ¿Hablarían de ello? Es de mala educación criticar a los ausentes pero...

La inauguración del denominado «segundo puente» que une a Cádiz con su bahía fue un fresco de la política española de hoy. El bipartidismo, encarnado en el presidente del Gobierno y en la presidenta de la comunidad más poblada del país, recupera fuelle tras el terremoto. Nadie en el PP cuestiona el liderazgo de Rajoy ni ningún socialista con visión nacional se aparta de la senda que marca Díaz, que entre sus compañeros del PSC se siente mucho más cercana a Carme Chacón que a Miquel Iceta, a la solidaridad interterritorial del Estado autonómico que a los egoísmos del federalismo asimétrico. Mientras los mayores hablaban de sus cosas, el alcalde de Cádiz, el podemita José María González Kichi, pasaba el rato en un aparte con los invitados de segundo nivel. Él también era el retrato (¿o tal vez la caricatura?) del vértigo de los llamados emergentes en cuanto alzan el vuelo institucional.

En unos años, como destacó el presidente del Gobierno, «de grandes sacrificios presupuestarios», el puente de la Constitución de 1812 supone la «mayor inversión en infraestructuras hecha en España» durante los últimos ocho ejercicios. Y aunque la obra se inició con el socialista José Blanco como ministro de Fomento, el esfuerzo realizado en este cuatrienio para su culminación desmonta en gran medida el discurso victimista de la Junta, que recurrentemente lamenta el maltrato que los gobiernos populares dispensan a Andalucía. «Esta obra no es de nadie», recalcó Susana Díaz, sin caer en la cuenta de que esa expresión dicha por una socialista andaluza levanta recelos. «El dinero público no es de nadie», aseguró muy sandunguera una ministra de Zapatero paisana suya. Fue un pequeño desliz del escribidor, sólo eso.

Entre Kichi y Florentino

Lo dijo hace casi treinta años Ramón Mendoza, aquel personaje listísimo, desahogado y sin ningún pelo en la lengua que reinó en el palco del Bernabéu: «Ser presidente del Real Madrid es más importante que ser ministro». Pues sigue vigente el axioma, como comprobó ayer Florentino Pérez. Mientras las autoridades disfrutaban de las vistas espectaculares desde el nuevo puente, el mandatario merengue (Dragados, del grupo ACS, hizo la obra) atendía con estoicismo a un centenar de fans que formaron cola para retratarse junto a él o pedirle un autógrafo. El alcalde de Cádiz, muy futbolero, miraba de reojillo como muriéndose de ganas por sacar el palo de selfi. Pero no se atrevió Kichi a fotografiarse con el oligarca. ¿Cómo explicárselo luego a Teresa?