Educación

Se reparten carnés para enseñar a jugar

Alumnos del CEIP Rodríguez Marín de Osuna hacen de guías en el recreo a otros con trastornos del espectro autista

Vista del CEIP Rodríguez Marín, ubicado en el municipio sevillano de Osuna y en el que ha arrancado la iniciativa
Vista del CEIP Rodríguez Marín, ubicado en el municipio sevillano de Osuna y en el que ha arrancado la iniciativalarazon

Alumnos del CEIP Rodríguez Marín de Osuna hacen de guías en el recreo a otros con trastornos del espectro autista

«¿Qué tal si deliramos por un ratito?», escribió Eduardo Galeano. Y es que a veces hay que atreverse a soñar con otro «mundo posible». En el Centro de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Rodríguez Marín del municipio sevillano de Osuna lo han hecho gracias a un pacto de fidelidades que puede contribuir a diluir el tributo siniestro que a menudo conlleva la diferencia. Entre el alumnado del colegio hay niños con dificultades de aprendizaje, «niños que no paran pero que, sin embargo, no saben jugar ni pueden aprender solos. Necesitan que se les guíe, que se les estructura el espacio y que se les enseñe que pueden disfrutar con otros», explica a LA RAZÓN el director del centro educativo, Fidel González.

A partir de esa realidad, han arrancado estos días una experiencia piloto que tiene muy «ilusionado» al profesorado, a partir de una propuesta de la presidenta de la Asociación de Asperger del municipio, Mari Carmen Delgado, quien la planteó para un menor en concreto, pero que González decidió extender tras meditarla. La iniciativa pasa por valerse de compañeros de los alumnos con trastornos del espectro autista (TEA) y, por tanto, con habilidades de interacción con los demás muy distintas de las habituales, para hacer de enlace entre éstos y los profesores en el tiempo de recreo y ayudar a fundir corsés.

«En el recreo los niños están relajados y pueden asumir la información con la que se les ha bombardeado durante toda la mañana. Puede ser un espacio de aprendizaje como otros, además de un lugar de integración, y eso es lo que vamos a intentar con esta medida», explica el director del centro, quien añade que, para lograrlo, han implicado a «chavales que van a hacer de maestros-guía, dado que con los adultos es más complicado al no estar al mismo nivel». Para esos voluntarios-faro han preparado una serie de materiales que incluye carnés, fichas e incluso un contrato en el que queda claro que la colaboración es «altruista», sin «ánimo de lucro» y con un único interés: «Contribuir a una educación de calidad en igualdad». Se han elaborado también cuadrantes para organizar las «actividades del patio».

La «sorpresa» para los profesores llegó cuando al exponer la iniciativa a los alumnos de los seis cursos de Sexto que acumula el centro, «más de 86 niños quisieron participar». Han arrancado con ellos y con siete menores afectados por los mencionados TEA, pero quieren ampliar en el futuro esos márgenes por ambos lados e incluso abrir el campo a otras patologías. Lo harán siempre «en colaboración con las familias», a las que pedirán que les trasladen «lo que les funciona en casa o en los talleres a los que van sus hijos» de forma habitual.

González cree que pueden haber dado con la «tecla» para que «estos niños participen más y no vuelvan a sentirse solos en el recreo», además de combatir el acoso. «Tenemos que conseguir estimularlos desde sus sentimientos más básicos», concluye. De momento, el CEIP Rodríguez Marín cuenta con otro punto en su creciente catálogo de actividades solidarias. Quién sabe si no lo acabarán exportando a otros colegios de la comunidad andaluza para que jugar sea un derecho para todos.