Arte, Cultura y Espectáculos
Sevilla decimonónica: retratos de la ciudad-postal
Una exposición recoge las primeras fotografías realizadas de la capital hispalense desde mediados del siglo XIX hasta 1929
El Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus) acostumbra a ofrecer una programación constante, variada y de calidad en la que tienen cabida exposiciones, encuentros literarios, conciertos o un ciclo de cine extraordinario que cada verano satisface a los urbanitas más cinéfilos. En esta ocasión, no se pueden perder la muestra que hasta el 22 de abril mantendrá abierta y con la que hace un recorrido verdaderamente desconocido por las primeras décadas de la fotografía en la capital andaluza. La muestra llega gracias a la aportación de los fondos que han realizado la US, la Real Sociedad Española de Amigos del País, el Instituto Fotográfico de Barcelona, la Universidad de Navarra, el Instituto Patrimonial Cultural de España y piezas provenientes de colecciones privadas de Sevilla, Granada, Barcelona y Madrid. Sin duda, se trata de una visión ideal y pintoresca, que nada tiene que ver con la captación realista y de denuncia que con posterioridad otros fotógrafos llevarían a cabo: aquí Sevilla es una postal acorde con los gustos burgueses que esperan ver el escenario de una ciudad soñada, leída y escuchada.
«Sevilla a través de la fotografía 1839-1929» no es una muestra más, pues junto a las piezas expuestas, algunas verdaderas rarezas, ofrece una serie de textos que acercan al espectador al desarrollo de la técnica desde mediados del siglo XIX y describe cómo la ciudad se convirtió en objeto de deseo para los fotógrafos extranjeros. No hay que olvidar el arco temporal en el que se inserta la exposición, pues comienza con los años anteriores a la llegada de los Duques de Montpensier a la ciudad y finaliza cuando se viven los fastos de la Exposición Iberoamericana. Dos momentos cruciales para la transformación y consolidación del urbanismo, la economía, las fiestas y las costumbres de los sevillanos actuales.
Un grabado y una litografía dan prueba del interés que Sevilla y su reino levantaban en la imaginación de los extranjeros ya en el siglo XVI debido a la fama alcanzada por ser puerta de entrada de las riquezas venidas de América. Mapas e imágenes costumbristas que anteceden a la fotografía en los que ya aparecen los temas que se serán recurrentes con posterioridad en el desarrollo de la técnica y que se pueden resumir en una idea generalizada: Sevilla como el último refugio del exotismo en Europa alimentado por los grandes mitos como Don Juan, Fígaro y Carmen. En las confortables viviendas del Norte de Europa, se soñaba con aventuras por las serranías atestadas de bandoleros antes de llegar a la mítica Sevilla decimonónica, preñada de tipismo donde aún se podía casi acariciar la Edad Media. Una afición que con el tiempo se convirtió en un negocio que desembocó en la instalación de estudios fotográficos regentados por profesionales extranjeros que surtían a sus clientes del Norte de imágenes de la ciudad que engrosarían sus colecciones particulares, que en muchas ocasiones era el primer paso para tomar la maleta e iniciar el viaje hacia el Sur.
En estas visiones en blanco y negro se aprecian calles vacías, sin tráfico, las casas encaladas de dos plantas, balconadas y protegidas del calor por persianas de esparto ofrecen una visión en la que la aventura y la pasión son posibles. El escenario ideal para que aparezcan unos niños como salidos de un cuadro de Murillo, hombres encapotados y mujeres cargadas con una cántara en la cabeza, seres extraños que alimentaron los populares y caros álbumes que servían como las actuales guías de viaje. También aparecen la Casa de Pilatos con sus patios y arcadas, el Real Alcázar y sobre todo la Catedral, de manera reiterada, como el gran objeto fetiche de la ciudad con las riberas vacías y limpias.
Conforme avanza el siglo lo hacen la tecnología y las costumbres, de los tipos populares posando se pasa a las celebraciones cívicas donde se aprecia cómo las modas europeas ya se han instalado en la vida de los sevillanos mediante largas levitas, sombreros de copa, faldas con vuelo que se utilizan como reclamo en los paseos galantes a pie o en coches de caballo. Son especialmente interesantes las instantáneas tomadas desde Triana en la que se ven los barcos de vela atracados en el frente a la Maestranza así como las que muestran el Aljarafe virgen.
Una ciudad de postal, imagina y mítica pero también perdida para sus ciudadanos. Las fotografías se impregnan de unas calles bulliciosas, donde la vida no es una impostura, de tiendas pequeñas donde hoy hay franquicias, de ropa tendida en las azoteas de un caserío prácticamente perdido y cuyos restos son ya sólo un decorado de una ciudad de ficción.
✕
Accede a tu cuenta para comentar