Lisboa
Un mirador de lujo para la ciudad de Córdoba
La Torre de La Mezquita abrirá sus puertas al público tras 24 años
Es el mejor mirador de un edificio tan emblemático como la Mezquita de Córdoba y, también, de su casco histórico, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad, y, sin embargo, lleva cerrado desde 1990, cuando comenzó un proceso de restauración que se ha prolongado durante dos décadas.
Se trata de la Torre de la Mezquita, un antiguo alminar árabe, posteriormente reconvertido en campanario, y que es el punto más alto de Córdoba. Un lugar privilegiado que abrirá sus puertas al público este año y al que ha accedido Efe junto al equipo de arquitectos que ha trabajado en las obras de restauración y adecuación, que están prácticamente terminadas.
El equipo de arquitectos, formado por Gabriel Ruiz, Sebastián Herrero y Gabriel Rebollo, coincide a la hora de calificar a la Torre de la Mezquita como una especie de «muñeca rusa» en la que, a medida que uno se adentra, va descubriendo nuevos tesoros.
El alminar originario fue construido en el siglo X, en época de Abderramán III, y de forma contemporánea a Medina Azahara, de tal modo que fue una de las pocas obras que hizo el Califa en la Mezquita.
Con posterioridad, tras la conquista cristiana, dicho alminar es convertido en campanario, para lo cual se elimina el cuarto desde donde el almuédano llamaba al rezo cinco veces al día, y se sustituye por las campanas.
La historia no termina ahí, puesto que en el siglo XVI, Hernán Ruiz III, el hijo del autor de la Giralda, hace una operación paralela a la realizada en Sevilla y monta un cuerpo de campanas sobre el alminar, y dos siglos después, coincidiendo con el terremoto de Lisboa y cuando la torre empieza a estar muy deteriorada, se forra el alminar y se maciza la fachada.
Según Rebollo, esta operación provocó «un efecto extraño», porque, vista desde fuera, la Torre de la Mezquita es un edificio en el que la parte de arriba es más antigua que la parte de abajo, a pesar de que la cúspide es unos 150 años más joven.
En ese estado ha permanecido la torre hasta principios de los años 90, cuando se tomó la decisión de restaurarla.
«La torre tiene un doble interés. Porque en sí misma es muy valiosa, pero también porque es un observatorio y un mirador sobre la propia Mezquita-Catedral y sobre toda la ciudad, los dos patrimonios de la humanidad que hay en Córdoba», apostilla el arquitecto.
Unas vistas que, no obstante, deberán ser abordadas con mucho cuidado, puesto que, por su fisonomía, la Torre de la Mezquita no permite visitas numerosas, tal y como ha explicado el consejero del Cabildo Catedralicio de Córdoba, José Juan Jiménez.
«Es una torre con un encanto muy particular, pero la cuestión es terminar las obras de seguridad para permitir un acceso más cómodo y fluido, y luego se abordará la visita, que será pronto y que puede ser por las tardes en grupos reducidos», concluye Jiménez.
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