León

El Ayuntamiento de León y la ONCE organizan una comida a ciegas para sensibilizar a la sociedad

El alcalde, Antonio Silván, agradece esta propuesta que forma parte de los actos de la Capital Gastronómica

El alcalde y el presidente de la Diputación de León, Antonio Silván y Juan Martínez Majo, respectivamente con los responsables de la ONCE, Ismael Pérez y Oscar Pérez
El alcalde y el presidente de la Diputación de León, Antonio Silván y Juan Martínez Majo, respectivamente con los responsables de la ONCE, Ismael Pérez y Oscar Pérezlarazon

El restaurante LAV de la capital leonesa vivió uno de los servicios de comida más especiales que puedan recordar. Los comensales se sentaron ataviados con unos antifaces que les impedía titalmente la visión para enfrentarse a una experiencia multisensorial que la mayoría de ellos vivieron por primera vez. Una comida organizada por el Ayuntamiento de León y la ONCE, con motivo de la Capitalidad Gastronómica y el 80 aniversario de la organización, y que sirvió para concienciar a la sociedad sobre los numerosos obstáculos a los que se enfrenta el colectivo en su día a día, incluso en las cosas más cotidianas.

El alcalde de León, Antonio Silván, que también acudió a la cita en la que estuvieron presentes representantes de distintas instituciones y partidos políticos, agradeció la propuesta de la ONCE y dio testimonio de que siempre es más fácil entenderlo todo cuando uno se pone en el lugar del otro.

Los participantes iniciaron el «experimento» desde el hall y ya sin ver se desplazaron en ascensor, acompañados por personal de la ONCE, para entrar en el comedor.

El pequeño trayecto ya evidenció gestos de inseguridad en algunos de los «invidentes por unas horas», en especial para desplazarse y hasta alcanzar una silla.

Una vez acomodados, recibieron las primeras instrucciones para poder hacer uso de los cubiertos, los platos y los vasos y copas. El menú, que iban descubriendo poco a poco, con una detallada explicación de los responsables del restaurante LAV después de cada plato servido, ofrecía un amplia gama de sabores, texturas y aromas quizá más fáciles de descubrir en ausencia de la vista, cuando otros sentidos se agudizan.

Con el pato del pan situado a las 11 en un imaginario reloj, el vaso de agua a las 12 y las copas a su derecha y otros pequeños «trucos» como colocar el cubierto por su parte lisa para tantear los alimentos, los comensales se sumergieron en un ambiente que combinó el aspecto lúdico y el disfrute gastronómico con la toma de conciencia que perseguía la iniciativa.

Y es que esta propuesta pretendía que personas videntes se pusieran en el lugar de quienes carecen en gran medida del sentido de la vista para sentir en primera persona, cómo se desarrolla su día a día y con las dificultades con las que se encuentran.