La «Llama de amor viva» de Miguel Elías enciende de espiritualidad el Patio de La Salina de Salamanca

La última propuesta del pintor Miguel Elías gira entorno a la figura de San Juan de la Cruz. Una serie en la que ha ido trabajando desde hace más de 25 años y que ha ido creciendo hasta las 133 obras de las que cuenta en la actualidad y que, parte de ella, se puede ver hasta el próximo 27 de octubre en el Patio de la Salina de Salamanca, bajo el título «Llama de amor viva». Un total de 42 piezas expuestas y una instalación gigantesca de 48 metros conforman esta muestra, que como señala el propio Elías a este periódico coincide con el Encuentro Internacional de Poetas Iberoamericanos, que este año tiene como argumento la memoria y homenaje a esta poeta místico, y que dirige el escritor y colaborador de LA RAZÓN, Alfredo Pérez Alencart.

«Son varios años los que llevo trabajando en esta serie, aunque ya en 1992 realice una muestra sobre «Cántico espiritual» de San Juan de la Cruz. Detrás de muchos poetas subsiste la poesía de este santo y lo he vinculado a la temática taoísta», señala.

Con ello, Elías señala que «hay más puentes que unen con cosas que separan», al existir una serie de verisimilitudes entre la poesía del primero y la de procedencia zen y de lo que da fe esta muestra, donde la gran protagonista es la instalación de tela caligrafiada con textos y grafía de San Juan de la Cruz que se complementa con dos cruces penintenciarias utilizadas en la Semana Santa de Salamanca. Para Elías también exite una pieza alto valor sentimental en esta exposición, en la que quiso representar al místico poeta sobre una sábana sobre la que falleció su madre, aunque finalmente quedó reflejado el rostro de Jesucristo. «Es una faz que conmueve. Es el broche de oro», matiza.

Con motivo de la exposición, la Diputación ha editado un catálogo a la venta al precio de diez euros y con una tirada de 300 ejemplares, donde hay imágenes del trabajo realizado por Elías, acompañados con textos de distintos autores, entre los que se encuentran Antonio Colinas como Alfredo Pérez Alencart, quien ha destacado que estas obras «aúnan poesía y pintura», en un mismo lenguaje expresado de forma diferente como «obras postmodernas ancladas en la tradición».