Valladolid
Ricardo Blázquez llama a la comunidad religiosa a trabajar por las vocaciones
La capilla del Seminario Diocesano de Valladolid acogía ayer un día importante e histórico para la Diócesis vallisoletana, como así lo definía el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, con una emotiva y entrañable Eucaristía que servía para despedir del rectorado a Aurelio García Macías, que se marcha a Roma a la Congregación del Culto Divino para asesorar al Papa en materia de Liturgia, pero también para dar la bienvenida a Fernando García Álvaro, párroco de Nuestra Señora de El Pilar y delegado diocesano de Familia y Vida, como responsable de la formación de los seminaristas y futuros sacerdotes. En su homilía, Monseñor Blázquez daba las gracias a ambos, al primero por su trabajo y al segundo por que comienza una tarea «vital para la Diócesis», y se mostraba optimista y esperanzado ante el futuro de la misma. «Hay vocaciones», decía el también presidente de los obispos españoles, si bien, llamaba a todos los cristianos a trabajar por ellas para ser evangelizadoras. «Es una tarea primordial para la Iglesia.; no la única, pero si que de ella depende la vitalidad de la Diócesis», señalaba el prelado.
Ricardo Blázquez recordaba que la Iglesia está empezando el nuevo curso pastoral y llamaba a los sacerdotes, «como transmisores de la confianza que recibimos de Jesucristo, a anunciar el Evangelio y servir al Señor con alegría y esperanza. Igualmente, recordaba a los seminaristas de la Diócesis de Valladolid que «para esto os formáis» y, ante el temor y respeto que pueden tener ante esta tarea, que confíen en el Señor «porque Él no nos desampara y es su compromiso estar con nosotros cada día tendiéndonos la mano». El arzobispo de Valladolid insistía durante su sermón en que el Evangelio «necesita ser recibido» y por ello llamaba a todos a abrirle el corazón «porque no basta con ser paisano de Jesús ni el roce diario de la vida».
El seminario, insustituible
Finalmente, Ricardo Blázquez destacaba también la importante y necesaria labor que se realiza en el Seminario Diocesano de Valladolid. «Ocupa un lugar central e insustituible, porque allí se gesta poco a poco el presbiterio de la Diócesis y es donde convergen nuestras esperanzas de forma particular», apuntaba.
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