Benedicto XVI
...y lo que Dios quiera
Se me ha hecho necesario dejar pasar unos días para poder escribir con mayor amplitud sobre el pontificado de Benedicto XVI. Estos ocho años quizás para algunos no sean demasiados, pero cuando se es la piedra sobre la que Dios mantiene su Iglesia, qué duda cabe que esa responsabilidad y ese peso hacen de los años más largos de lo habitual. Hace cinco días que el Vaticano se encuentra en Sede Vacante y las estancias, ya sienten la añoranza del Sumo Pontífice. Ese, que en un acto de entrega y generosidad, antepuso los intereses de la Cristiandad y la Iglesia a los suyos propios. Benedicto XVI ha sido el Pontífice de lo cotidiano, el Papa que se ha encargado de dar luz y alumbrarnos sobre la doctrina con más enjundia de la Iglesia Católica. Un brillante intelectual al servicio del mundo, que llegó para servir y se marcha para seguir sirviendo. Porque la decisión que ha tomado de dejar paso a un nuevo Papa, no le habrá sido con seguridad fácil, pero en ella ha demostrado la entrega y la generosidad que debemos guardar como ejemplo. Ha sido Su Santidad, un pastor distinto a Juan Pablo II pero idéntico en lo que a amor y entrega se refiere. Menos carismático quizás, pero este será el Papa que pase a la historia por armonizar fe y razón, por ser autor de tres brillantes encíclicas y un libro sobre la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Ahora, solo queda rezar para dar gracias por este magnífico Papá y para que la Curia de Cardenales, iluminados por el Espíritu Santo elijan un sucesor que devuelva la fuerza, la fe y los valores de aquella religión que fue capaz de erigir continentes.
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