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Adam Thirlwell entra en los límites de la moral

El escritor británico publica «Estridente y dulce», una novela alrededor de la infidelidad

El autor de «Estridente y dulce», ayer, en Barcelona
El autor de «Estridente y dulce», ayer, en Barcelonalarazon

El escritor británico Adam Thirlwell busca los límites de la moral en la novela sobre infidelidad «Estridente y dulce» recién editada por Anagrama.

El escritor británico Adam Thirlwell busca los límites de la moral en la novela sobre infidelidad «Estridente y dulce» recién editada por Anagrama, una obra que tendrá adaptación cinematográfica para la gran pantalla en Hollywood con dirección de Patrick Daughters, según explicó ayer el autor en rueda de Prensa en Barcelona.

Esta historia llega a las librerías después de haber cosechado críticas elogiosas en Estados Unidos, algunas tan llamativas como la de «The Wall Street Journal» que lo calificaba, ni más ni menos, que como una mezcla entre el realizador Wes Anderson y Bret Easton Ellis, el autor de «American Psycho».

«No me interesaba tanto la infidelidad como la lealtad con otras vidas», reconoció, y aunque dijo no tener una opinión formada respecto a la infidelidad, subrayó que le interesaba sobre todo su relación con lo real y con que si nadie sabe que ha pasado, es como si no hubiera ocurrido.

En la novela, el héroe y narrador de esta historia se despierta en la cama de un hotel junto a una mujer que no es su esposa, sino una amiga de ambos; una sorpresa que se transforma en profunda angustia cuando advierte que la cabeza de la mujer se encuentra sobre una mancha de sangre, posiblemente a causa de las drogas que ambos tomaron la noche anterior.

«Ético y moral»

En este sentido, Thirwell subrayó que para la generación que está en la treintena «ser ético y moral es mucho más complicado ahora», porque si antes había una moral de comunidad, ahora la red de obligaciones morales es mundial y es casi imposible cumplir con ellas.

«Me interesa que hay valores que compiten entre ellos y entran en conflicto, y al escoger uno estás descartando otras obligaciones», explicó el autor británico, que consideró que la moralidad es internacional, por lo que no sitúa la novela concretamente en la que es su ciudad natal, en la capital británica.

Al contrario, el escenario remite a unos suburbios en un crecimiento exponencial, que acompañan al aumento también exponencial de «la indefinición y falta de concreción moral del personaje», en una historia que al principio de la novela parece que es un narcothriller y 24 páginas después se ha resuelto, ya que es la infidelidad en sí la que desencadena la catástrofe.

«Quería explorar al personaje en una situación tan sórdida y morbosa, y cómo ese pensamiento se va endulzando, y la persona se preocupa del destino de otras personas y se va adentrando en un ambiente más violento y sórdido», sintetizó el escritor.

Thirlwell quería explorar la brecha entre el desear otra vida y la propia vida, además de albergar una reflexión sobre el paso del tiempo y de crecer y madurar: «Nadie que yo conozca se siente que ha madurado, sino que es el eterno joven».

Escrita en sus 30 años, el escritor remarcó que las preocupaciones más filosóficas tienen que ver con la edad: «En los 30 te diriges hacia un punto, es el momento de decidir cosas que pueden cambiar tu vida», de este modo el personaje está obsesionado con las posibles otras vidas.

«Me interesaba explorar esas posibles otras vidas que no tienen que ver con lo real, sino que lo que hacen es envenenar la realidad», dijo el escritor, que no eludió el sexo en esta novela –con una orgía protagonizada por seis personajes que se prolonga unas 20 páginas– sirviéndole como base para preguntarse sobre la moral, la ética, las fantasías y las posibles vidas.

En global, ha avisado de que su historia trata de corromper al lector en «una experiencia de claustrofobia, como si estuviera tomando una droga que le va a sentar fatal».

Thirwell desveló que desde su novela «La huida» ha descubierto las novelas latinas: «Este ha sido mi intento de convertirme en un escritor latino», en referencia a un estilo literario muy autoconsciente pero también ligero, que lleva al lector a la emoción, consideró.