Teatro

Barcelona

Anthony Blake y el poder de jugar con tu mente

El mentalista regresa a la Sala Barts con el espectáculo «100x100 Blake», un montaje íntimo y emocional que promete sorpresas

La interacción con el público es la base del espectáculo. Por ello, el mentalista asegura que la función es diferente todos los días y que sólo hay unos 15 minutos que se repitan
La interacción con el público es la base del espectáculo. Por ello, el mentalista asegura que la función es diferente todos los días y que sólo hay unos 15 minutos que se repitanlarazon

En «El perro de los Baskerville», el malo malísimo de las historias inventadas por Arthur Conan Doyle decía: «Sólo un idiota adivina o razona o deduce», y lo decía paciente y tranquilo, sin sobresaltarse, acariciándose la barbilla con sus largos dedos de malo malísimo.

Para el profesor Moriarty, Sherlock Holmes era idiota. Tenía sus motivos y, dentro de su lógica, estos motivos eran abrumadores. En «El perro de los Baskerville», el malo malísimo de las historias inventadas por Arthur Conan Doyle decía: «Sólo un idiota adivina o razona o deduce», y lo decía paciente y tranquilo, sin sobresaltarse, acariciándose la barbilla con sus largos dedos de malo malísimo. No hay duda que Holmes adivinaba, razonaba y deducía, con lo que era un idiota. ¿Por qué? Los porqués no caben en lógica. En cualquier caso, para el profesor Moriarty, Anthony Blake sería tan idiota como Sherlock Holmes, porque también adivina, razona y deduce, y lo hace tan bien que te deja con la boca abierta. Quién fuera idiota, dirían muchos, profesor Moriarty. Aunque seguramente éste respondería, «sí, los idiotas», y se entraría en un círculo vicioso.

La Sala Barts acoge el regreso del pionero de los mentalistas españoles a Barcelona, en seis únicas funciones, para presentar el espectáculo «100x100 Blake», el más íntimo y personal de sus 33 años de carrera. «Es, en esencia, el más real que he creado nunca», asegura. En escena, sólo un espacio oscuro, con mínimo atrezzo, y una luz que se centra en caminar lento y su voz tranquila y sugerente. El atrezzo se limita a una cámara negra, una mesa, un taburete, y esa luz sutil, acompañada por una música minimalista y misteriosa, a la que se adentran desarmados el público asistente. «Todo esto ayuda a poder colocar en la cabeza de los espectadores las frecuencias y las cosas como tienen que ser», explica enigmático el conocido como «el mago de la mente».

Porque el mentalismo se basa en dos principios, la lectura consciente de la mente ajena a través de diferentes técnicas y decodificaciones y, sobre todo, la sugestión y manipulación para llevarte a pensar lo que ellos quieren que hagas. Los dos principios necesitan de la misma pericia y experiencia, y mucho de talento escénico, pero nada de poderes sobrenaturales. Porque, por muy triste que parezca, la mente humana funciona de una forma regular y se puede leer y manipular.

Después de 15 años de grandes y espectaculares montajes, Blake ha querido reducir su magia a la esencia y hacer un «show» de proximidad en el que el protagonista absoluto es el público asistente. Tanto es así que el mentalista asegura que no hay ninguna función igual, que todas dependen de las diferentes reacciones del público y cómo se impliquen en los diferentes trucos. En total, calcula que realizará unos 20 de un total de 60 que ha preparado para este espectáculo. Por lo que no teme asegurar que sólo 15 minutos se repiten de un día a otro. Desde adivinar el número que estás pensando o saber el nombre de la persona que te está volviendo loco a tocar el lado «mas emocional y dramático» de nuestra intimidad, todo es posible en este montaje. Pero que nadie se asuste, no se revelarán secretos inconfesables, el derecho a la intimidad se respeta.