Centro de Arte Reina Sofía

Arte, dinamismo y velocidad

Las estructuras imposibles son una de la marca de fábrica de los futuristas y de Depero
Las estructuras imposibles son una de la marca de fábrica de los futuristas y de Deperolarazon

El futurismo italiano, dentro de las vanguardias históricas, ha quedado arrinconado por los grandes nombres del cubismo, el surrealismo o el dadaísmo. Algunos de sus más ilustres representantes apenas se conocen hoy día. Uno de ellos es Fortunato Depero, pintor, escultor, escenógrafo, arquitecto, escritor, diseñador y uno de los hombres más brillantes, enérgicos y divertidos dentro del famoso ismo. Si Marinetti era el teórico, el dogmático y el aglutinador del grupo, Depero era el futurismo en mayúsculas, el ejemplo vivo de lo que intentaban teorizar los demás. Artista total, su voluntad siempre fue derribar las fronteras que separan arte y vida para crear una tercera vía más vibrante, sensible y brutal.

La Fundación Cataluña-Pedrera acoge la exposición «Depero y la reconstrucción futurista del universo» con la voluntad de resituar a este artista dentro del panorama internacional de las vanguardias históricas. Cerca de 200 piezas, entre pinturas, esculturas, diseños, documentos y fotografía conforman una muestra que certifica el espírito inquieto e innovador de Depero. «Quería cambiar el ambiente global de la vida, desde la ropa a la literatura, para otorgar una visión artística a absolutamente todo», aseguró ayer Antonio Pizza, comisario de la exposición.

La muestra se abre con una introducción general del futurismo italiano y el papel de Depero en ese contexto. Se pueden ver desde el primer manifiesto futurista de Marinetti publicado en 1909 en «Le Figaro» a obras de Balla, Carrà, Severini o Sant'Elia. A partir de aquí se sigue el rastro de las mil caras del genio de este artista italiano que en 1915 firmó junto a Balla el «Manifiesto de la reconstrucción futurista del universo». Entre otras obras se presentan cuadros, escritos, fotografías, esculturas, ilustraciones, diseños de escenografía, incluso su trabajo para la bebida alcóholica Campari. «Conjugo obras plásticas, motorruidistas, inquietas, rotatorias, parlantes, sonantes, zumbadoras, chillonas, crepitantes, regocijantes, olorosas, apetecibles», afirmaba Depero cuando quería describir su arte. Sus cuadros explotan el cuerpo como un conjunto de energías en convulsión, con la celebración del hombre como máquina. «Intentaba poner al espectador en el centro del cuadro. Quería escenificar la velocidad en un elemento estático como es un cuadro y lo hizo de forma brillante», asegura Pizza.

En la exposición también puede verse la recreación de la escenografía y vestuario ideado por Depero para el ballet de Stravinsky «Le Chant du Rossignol» (1915), que debían representar los míticos Ballets Rusos de Diaguilev, pero que no se llegó a estrenar en su momento, aunque fue recreado y grabado en 1982 por la radiotelevisión suiza. Otros elementos de la muestra son sus diseños de edificios, juguetes y marionetas, todas inspiradas bajo el alma futurista, que ensalza un futuro tecnificado y rechaza el pasado. «Los futuristas, adoramos las centrales eléctricas, las estaciones ferroviarias, los hangares, los acorazados, los transatlánticos gigantescos, las fábricas en diabólica efervescencia productiva, los aviones, los lujosos trenes bala», decía Depero, un artista total.