Barcelona
Colau inicia una cruzada para retirar los carteles de «prohibido jugar» en Barcelona
Busca inspiración en Berlín para reinventar los parques infantiles, abrirá 20 espacios lúdicos nuevos antes de acabar el mandato
Busca inspiración en Berlín para reinventar los parques infantiles, abrirá 20 espacios lúdicos nuevos antes de acabar el mandato.
Un año antes de fallecer, el periodista Carles Capdevila pidió a los vecinos de Barcelona que le enviaran por correo fotografías de parques infantiles donde se prohíbe jugar. ¡Menuda contradicción, un parque infantil donde se prohíbe jugar!, dirán algunos, pero haberlos haylos. Sobre todo, se prohíbe jugar a pelota. A Capdevila le costaba imaginar un mundo feliz sin pelotas, pero están prohibidas en muchos lugares. Quería buscar alternativas para conciliar el juego con el descanso de los vecinos, por ejemplo, en las plazas de Gràcia, se han cambiado las pelotas de cuero por pelotas de espuma y desde entonces las tardes son más alegres con niños jugando en la calle.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha aventurado a acabar el trabajo que empezó Capdevila: descriminalizar el juego. Porque las mismas Naciones Unidas dicen que «el descanso, el juego y el tiempo libre son tan importantes para el desarrollo del niño como la nutrición, la vivienda la atención de la salud y la educación». También, porque no es normal que en una encuesta hecha recientemente a alumnos de 6º de Primaria, el 40 por ciento diga que como mucho juega en la calle dos días a la semana. Y porque los niños se lo vienen reclamando desde que empezó el mandato. «¡Queremos una ciudad más amable para jugar!», le pidieron hace una semana en el pregón con el que arrancan las fiestas de Santa Eulàlia. Colau les dio la razón. «Necesitamos más parques, más tiempo libre, más naturaleza y menos contaminación», admitió.
Por ahora, intentará darles lo primero, más parques. Creará 20 nuevos espacios lúdicos. Y dos, el Parc de la Pegaso y el Parque Central de Nou Barris, los diseñarán con los expertos en la materia: los niños de ambos distritos. «La idea no es crear un área para jugar, sino derribar las vallas y convertir todo el parque en un espacio para el juego».
Hasta ahora, el urbanismo diferenciaba entre zonas para jugar y el resto del espacio público. Colau quiere cambiar la mentalidad de Barcelona e ir retirando los carteles de «prohibido jugar». La multa por jugar a pelota en un lugar prohibido puede llegar a los 750 euros, aunque en 2017, sólo se puso una sanción. «La idea es cambiar la mentalidad de Barcelona, no queremos ser una ciudad que vea el juego como un problema», dijo.
Capdevila no exageraba cuando decía que no conocía a ningún niño que no hubiera intentado subir el tobogán al revés. Para dejar a los niños que sean niños y fomentar su creatividad, cinco de los nuevos parques –en la plaza Joanic, la plaza del Sol, los jardines de la Industria, los de Celestina Vigneaux y en la avenida Meridiana–, tendrán elementos singulares. «Nos inspiramos en Berlín», dijo la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz. El Hasenheide, por ejemplo, está decorado con figuras de madera de Las 1001 noches. Los niños pueden viajar en una alfombra voladora, esconderse en la boca de un camello gigante, trepar una pirámide o columpiarse en una hamaca. Será complicado instalar un loro gigante en una plaza dura como la del Sol, donde adolescentes de diferentes generaciones se relevan para hacer botellón, «pero algo sorprendente haremos», avanzó Sanz.
Colau empezó el mandato con 813 áreas de juego y quiere terminarlo con 902. Invertirá20,17 millones. Además de las 89 áreas de juego nuevas, renovará 150, aunque sólo 39 con los nuevos criterios lúdicos y de accesibilidad como mantener elementos naturales como arena o priorizar figuras que fomenten el juego compartido. Para hacer de Barcelona una ciudad más amable para jugar, elaborará un plan que va más allá de su mandato, de 2020 a 2030, para el Impulso del Juego en el Espacio Público, que reconozca los beneficios colectivos del juego.
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