Pobreza

Crece un 37% el número de personas sin hogar en Barcelona desde la crisis

Más de 3.000 ciudadanos no tienen casa y de ellos 941 duermen directamente en la calle

La mayoría de los que duermen al raso son hombres con edades entre los 25 y los 40 años
La mayoría de los que duermen al raso son hombres con edades entre los 25 y los 40 añoslarazon

Más de 3.000 ciudadanos no tienen casa y de ellos 941 duermen directamente en la calle.

Desde el inicio de la crisis, en el año 2008, el número de personas sin hogar en Barcelona ha crecido un 37%. De los 1,6 millones habitantes de la capital catalana, un total de 3.267 no tienen casa y de ellos 941 duermen directamente al raso. «Si no se para la máquina de pobreza esta cifra seguirá aumentando», alertó el director de la fundación Arrels,Ferran Busquets, en la presentación de la memoria de la entidad correspondiente al 2016. El incremento de este colectivo se explica, según Busquets, porque cada vez se hacen más y mejores recuentos pero también porque cada vez hay más personas en situación de vulnerabilidad.

Entre otros datos que Arrels presentó ayer en el Colegio de Arquitectos de Cataluña (Coac), destaca el hecho de que siete de cada diez personas que viven en la calle llevan más de dos años y tres meses sin hogar, y que una de cada tres personas sufren agresiones físicas o verbales .

La fundación dedicada al fenómeno del «sinhogarismo» entrevistó a 348 personas que pernoctan al raso. De ellas, la mitad afirma no haber sido atendidas por ningún servicio social en los últimos seis meses; el 86 % de los encuestados son hombres, el 10% mujeres; la mitad de éstas tienen entre 25 y 49 años y el 31,3 % afirma tener nacionalidad española.

De media, las personas encuestadas viven en la calle desde hace tres años y nueve meses, y un 32% de ellas ha destacado haber llegado a la esta situación debido a una ruptura familiar, mientras que el 11 % aseguran haber sufrido una situación de abuso. De las personas entrevistadas, tres de cada cuatro no reciben prestaciones económicas ni ingreso alguno.

El 43 % de los encuestados sufre enfermedades crónicas, una de cada tres personas ha acudido a urgencias en los últimos seis meses y el 20 % ha ingresado en el hospital en algún momento durante este mismo periodo de tiempo. La mitad de estas personas no tiene tarjeta sanitaria y el 17 % afirma que no toma la medicación recetada por el médico; el 12,6 % dicen haber sido forzados a hacer algo contra su voluntad, el 10 % aseguran que se les ha pedido dinero y el 16,6 % han estado retenidos en comisaría.

Según datos de Arrels, el 60,6% de las personas que viven en la calle duermen en la intemperie, mientras que el 39,4 % lo hacen en cajeros; el 41,2 % duermen solas, el 24,4 % en pareja y el 34,4 % en grupos de entre 3 y 11 personas.El estudio recoge también que tres de cada cuatro ciudadanos consideran que el «sinhogarismo» es una problemática significativa, y que cuatro de cada cinco creen piensa que es necesario «recuperar los derechos de las personas porque vivir en la calle no es normal».

Los distritos del Eixample (220) y Ciutat Vella (185) son los que cuentan con más personas sin hogar, seguidos de Sants (144) y Sant Martí (135).Por nacionalidades, las personas encuestadas que viven en la calle han declarado ser principalmente españoles (31%), rumanos (19,5%), marroquíes (12,6%) y polacos (5,5%).

En la presentación del informe, el director de la fundación Arrels, Ferran Busquets, afirmó que es «una auténtica barbaridad que haya tanta gente durmiendo en la calle», y cargó contra las administraciones, que «lo estarán haciendo fatal mientras haya una sola persona durmiendo en la calle». Busquets aseguró que tiene la sensación de que la gente cada vez tiene más interés en ayudar y recordó la vulnerabilidad altísima de las personas sin hogar, pues entre otras cosas no suelen denunciar situaciones de abuso por miedo. Busquets pidió que no se estigmatice a estas personas y ha puesto el ejemplo del consumo de alcohol, pues «si a veces puede ser la causa de la situación de sinhogarismo, casi siempre es una consecuencia directa, igual que pasa con los problemas de salud mental».