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Exposición

El esplendor de Durero como grabador

Tres espacios acogen la mayor exposición dedicada al maestro alemán del Renacimiento

La exposición tiene tres sedes en Barcelona, en el Real Círculo Artístico, la Catedral y el Museo Diocesano, y recogen un total de 70 obras del maestro alemán del Renacimiento
La exposición tiene tres sedes en Barcelona, en el Real Círculo Artístico, la Catedral y el Museo Diocesano, y recogen un total de 70 obras del maestro alemán del Renacimientolarazon

Tres espacios acogen la mayor exposición dedicada al maestro alemán del Renacimiento

Alberto Durero es uno de los indiscutibles grandes maestros del Renacimiento. Su obra es uno de los pilares en las salas que el Museo del Prado tiene dedicadas a la pintura renacentista germana. Pero, además de un excelente pintor, Durero fue uno de los mejores grabadores de su tiempo, con una producción que es ahora el eje de una exposición con tres sedes en Barcelona: el Real Círculo Artístico, la Catedral y el Museo Diocesano de la capital catalana. Se recogen de manera excepcional unas 70 obras procedentes de la colección italiana de Elisa Moretti, la exposición, que cuenta con la colaboración del Museo Casa Durero de Nuremberg y el Museo Fugger y Welser de Augsburgo, conmemora el 500 aniversario de la XIX reunión del Toisón de Oro en la Catedral, una reunión internacional convocada por el emperador Carlos V.

Nos encontramos ante, lo que la comisaria de la exposición, Helena Alonso, definió el pasado viernes como una oportunidad única para poder recorrer la trayectoria del Durero grabador desde sus inicios, con piezas anteriores al 1500, hasta la culminación a principios del siglo XVI en estampas en las que se demuestra «su maestría y su búsqueda constante de la belleza absoluta». Entre esas piezas destacan clásicos de Alberto Durero como «Gran carro triunfal de Maximiliano I», «Melancolía», «San Eustaquio» o «El caballero la muerte y el diablo».

Las temáticas de los grabados de Durero se han repartido entre las tres sedes de la gran exposición: los grabados religiosos «La Sagrada Familia con tres liebres», «San Jerónimo en el bosque» y «San Eustaquio»; pintorescos como «Cerdo monstruoso de Landser»; mitológicos como «Lucha entre Hércules y Caco»; alegóricos como «Escudo de armas con calavera»; y retratos (Willibald Pirckeimer, el cardenal Alberto de Brandenburgo). A través de 37 grabados, el Real Círculo Artístico muestra la «genialidad temprana» de Durero, que ingresó en el taller de Michael Wolgemut con 15 años como continuación al aprendizaje iniciado con su padre.

Según la comisaria, «la producción de Durero anterior a 1500 es fundamental en su trayectoria» y tras sus viajes a Basilea e Italia, el artista se establece de manera independiente y ya en 1496 el elector de Sajonia, Federico el Sabio –en la muestra se ve un retrato suyo hecho por Durero– se convirtió en uno de sus clientes más fieles. En este ámbito se exhibe «El Gran carro triunfal de Maximiliano I» (1515-1522), una obra originalmente destinada a ser la parte central del «Triunfo de Maximiliano», que fue propuesta en 1512, cuando Maximiliano hizo su última visita a Nuremberg y se encontró con Durero.

Después de la muerte de Maximiliano en 1519, y el final de la pensión anual de cien florines pagados a Durero por el emperador, Durero publicó, en 1522, las impresiones del carro completo como un trabajo independiente con el texto en alemán dedicado a Maximiliano y Carlos V. En la Sala Capitular de la Catedral se reúnen un total de 17 obras de la serie «La Vida de la Virgen», que sirvieron a Durero para expresar su dominio de la perspectiva, incluso antes de su aprendizaje en Bolonia, adonde viajó con este fin en 1506. De hecho, la arquitectura destaca como elemento relevante en la mayor parte de las piezas de esta serie.

El mismo espacio expositivo se convierte en obra expuesta, puesto que pone de manifiesto que hace 500 años tuvo lugar en la catedral barcelonesa el XIX Capítulo del Toisón de Oro, convocado por Carlos V, así como las exequias del emperador Maximiliano, su abuelo.

Elena Alonso apuntó las conexiones que tenía en ese momento la ciudad con artistas como Bartolomé Ordóñez o el alemán Michael Lochner, autor del «Retablo de Todos los Santos» y uno de los escultores que intervino en los doseles y los pináculos de la sillería del coro de la Catedral, reformada y conservada desde entonces para este evento diplomático. Si en el Real Círculo Artístico se puede ver «La Pasión grande», en el Museo Diocesano pueden contemplarse las 16 estampas de «La Pasión pequeña», que fue concebida, recuerda la comisaria, para el coleccionismo.

Todo ello sirve para reconstruir un viaje único en el mundo del arte de la mano de Alberto Durero, uno de sus más indiscutibles genios, un maestro seguido por muchos y que revolucionó la técnica del grabado como ningún otro.