Cirugía
El Hospital del Mar estrena la primer cirugía láser de España para tratar epilepsia y tumores cerebrales
La técnica permite eliminar lesiones pequeñas y localizadas. Se ha intervenido a tres pacientes que fueron dados de alta a las 48 horas
El doctor Rodrigo Rocamora, jefe de la Unidad de Epilepsia del Hospital del Mar, ha aprovechado hoy la presentación de una técnica pionera de cirugía láser en España, que acaba de estrenar el Hospital del Mar, para hacer un llamamiento a sus colegas: “Enviadnos a los pacientes que tengan hamartomas hipotalámicos”. Porque gracias a esta nueva tecnología láser pueden operar epilepsias y tumores cerebrales, que en muchas ocasiones aparecen por culpa de una enfermedad rara como la que nombra el doctor Rocamora.
Hasta la fecha, el hamartoma hipotalámico era una patología prácticamente inoperable porque el hipotálamo, que entre otras cosas se encarga de regular la temperatura del cuerpo y poner orden a conductas de agresión, apareamiento o agresión, está en lo más profundo del cerebro.
La nueva cirugía láser abre la puerta a tratar un gran abanico de patologías –epilepsias, lesiones múltiples, esclerosis tuberosa, displasias cerebrales, angiomas o meningiomas– porque permite eliminar focos epilépticos y tumores malignos y benignos de una manera menos invasiva, segura y rápida que con otros tratamientos.
“Esta técnica cambia el paradigma del tratamiento de una epilepsia, pues podemos destruir de forma segura y efectiva lesiones localizadas en un lugar del cerebro peligroso para una cirugía abierta”, aplaudió el doctor Rocamora. “Además, permite combinar diversos tratamientos en una intervención, con lo que el paciente se ahorra nuevas cirugías y otras operaciones”, añadió con entusiasmo el doctor Gerard Conesa, jefe del Servicio Mancomunado del Hospital del Mar y del Hospital de Sant Pau.
Pueden beneficiarse tanto niños como adultos. Aunque los pacientes han de cumplir unos requisitos, el tumor o lesión debe estar localizada y no puede superar los 3 centímetros.
Para comprender por qué esta cirugía láser genera tal entusiasmo entre la comunidad médica y los enfermos con estas patologías es interesante comprender una técnica que suma la destreza de tres especialidades, neurocirujanos, anestesiólogos y neurorradiólogos.
La intervención arranca en el quirófano, donde los neurocirujanos hacen las incisiones para introducir en el cráneo del paciente una sonda láser de 1,65 milímetros. Los médicos tienen la ayuda de un robot que se llama ROSA. Una vez colocada la sonda, el paciente, anestesiado, se traslada al radiología y se mete en la máquina donde se hacen las resonancias magnéticas para comprobar, gracias a las fotografías que se toman de su cerebro, que la sonda ha llegado al punto que debe tratarse. En este punto, el neurorradiólogo lanza disparos de energía con un sistema llamado Visualase que quema el tejido deteriorado. Así es como el doctor Jaume Capellades, jefe de la Unidad de Neurorradiología, “Se ha convertido en neurocirujano”, decían ayer sus compañeros, bromas de médicos. Capellades explicó que el grado del tejido quemado se evalúa con una fotografía que se toma con la resonancia magnética que mide la temperatura. “De esta manera, tenemos una gran precisión antes de cada disparo”, asegura. Las descargas eléctricas pueden repetirse las veces que haga falta. El proceso de ablación no dura más de 5 minutos.
El peligro para el paciente, igual que sucede con una cirugía abierta, es que en este proceso no se pinche un vaso sanguíneo que provoque un edema. Aunque con este material, el diámetro de la lesión va de los 5 a los 20 milímetros.
Hasta la fecha, el Hospital del Mar ha realizado tres intervenciones, el 24 de enero, el 20 de febrero y el 6 de marzo. Los tres recibieron el alta en apenas 48 horas después de la intervención. Los dos primeros tenían epilepsia y el tercero un hamartoma como del que habla el doctor Rocamora. El hospital tiene previsto operar a diez pacientes cada año.
En los Estados Unidos, esta técnica es conocida, suma ya 15 años de experiencia. Pero en Europa, donde el sistema sanitario público es el prevalente, acaba de aterrizar. De hecho, de la veintena de pacientes tratados, tres son los del Hospital del Mar. El coste y los trámites burocráticos explican este aterrizaje tardío. Pero como dice el refrán, “más vale tarde que nunca”.
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