Barcelona
En busca de Casagemas
Artur Ramon recrea en uno de los capítulos de «Nada es bello sin el azar» los últimos pasos del artista que se suicidó en París
París, el 17 de febrero de 1901, en el café L'Hippodrome, hoy Palace Clichy. Un artista catalán trata de matar sin suerte a su amante, Germaine Gargallo. Tras creer erróneamente que acertó el disparo, se apunta a sí mismo y se suicida.
París, el 17 de febrero de 1901, en el café L'Hippodrome, hoy Palace Clichy. Un artista catalán trata de matar sin suerte a su amante, Germaine Gargallo. Tras creer erróneamente que acertó el disparo, se apunta a sí mismo y se suicida. Su nombre era Carles Casagemas y es uno de los nombres malditos del arte catalán, con áurea de mito gracias a los cuadros que le dedicó su amigo Pablo Picasso.
El galerista Artur Ramon ha seguido la pista de Casagemas, como demuestra en uno de los capítulos de su nuevo libro «Nada es bello sin el azar», publicado por Editorial Elba. El autor abre nuevas vías para indagar sobre la vida y la obra de un creador a quien todavía no se le ha dedicado una gran exposición, además de carecer de una biografía importante.
Ramon, en declaraciones a este diario, apunta que «Casagemas es un artista del que vemos una parte muy pequeña de su obra. Es como si Picasso hubiera muerto en 1901. Cuando se suicidó todavía se estaba buscando a sí mismo. La obra que nos ha llegado, formada por medio centenar de dibujos, se parece a la serie de los Cretinos de Boí, de Nonell. De pintura solamente tenemos un único cuadro, una vista de Montmartre que remite al óleo de las azoteas que Picasso realizó en ese tiempo».
El autor de «Nada es bello sin el azar» ha seguido los pasos del pintor maldito en París, visitando incluso el café en el que tuvo lugar el fatídico suceso, además de encontrar una nueva crónica hasta ahora desconocida del suicidio. Son las todavía inéditas memorias de Manuel Pallarès, un buen amigo de Casagemas y Picasso, y que fueron conservadas por Josep Palau i Fabre, biógrafo del genio malagueño.
Casagemas había nacido en 1880, en Badalona. Lo marcó su amistad con Picasso a quien acompañó a París, ciudad en la que se enamoró de una modelo llamada Germaine Gargallo. Su impotencia hizo que la relación fracasara. «En aquella época las relaciones eran muy abiertas a nivel sexual para ellos. París suponía un contraste muy grande con lo que habían vivido en Barcelona y les abre unas puertas que habían tenido cerradas», asegura Ramon. En este sentido, señala como clave el viaje que hizo con Picasso a Málaga durante las Navidades de 1900, momento en el que Casagemas intuye que el fin está cerca.
El suicidio marcó a los amigos del pintor, como a Manolo Hugué que le diría a su biógrafo Josep Pla que fue el episodio que más le afectó en su vida. Pero nadie lo vivió como Picasso que se obsesionó con ese suicidio hasta el punto de dedicarle varios cuadros en los que recreaba a su amigo muerto o su entierro a la manera de aquel célebre que hizo El Greco para el señor de Orgaz.
Artur Ramon echa en falta una exposición que reivindique a Casagemas en relación con sus amigos artistas. «Le he hecho esta propuesta a los directores del Museo Nacional de Arte de Cataluña, Pepe Serra y al del Picasso, Bernardo Laniado-Romero. El problema principal es el de tener en préstamo los cuadros que le dedicó Picasso. Pero sería interesante ver a Casagemas en torno a 1900, con Nonell, Manolo y Picasso», concluye Artur Ramon.
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