Centro de Arte Reina Sofía
Exposición de exposiciones
El Museo Picasso de Barcelona sigue rememorando su medio siglo de vida. En esta ocasión lo hace con la presentación de una muestra que recuerda las muchas e interesantes exposiciones que han pasado por su sede, el viejo palacio de la calle Montcada. Desde una perspectiva documental, la muestra comisariada por Montse Torras, coordinadora de exposiciones del centro, nos invita a realizar un viaje nostálgico.
El museo repasa las 79 exposiciones realizadas en todo este tiempo, desde que en 1971 se presentó la colección que el escultor Manolo Hugué poseía de su amigo Picasso. A partir de ahí y hasta la actualidad se han combinado tres líneas de trabajo: la divulgación del autor que da nombre al museo, los movimientos artísticos de vanguardia del siglo XX y los autores del entorno del genio malagueño. Esto ha dado como resultado que en este tiempo hayan pasado por el Museo Picasso algunos invitados de lujo pintados o esculpidos por el gran pintor, siendo una de las estrellas indiscutibles la gran tela titulada «Las señoritas de Aviñón», probablemente la obra más importante de Picasso junto con «Guernica». Otro de los hitos fue la gran antológica celebrada en 1982, formada por algunos de los trabajos más importantes del universo picassiano y explorando todas sus etapas. En este tiempo se han explorado todas las etapas, las técnicas y las temáticas que Pablo Picasso convirtió en sus herramientas para revolucionar el arte del siglo XX.
La muestra se abre con dos piezas icónicas de las colecciones del Museo Picasso: un autorretrato de juventud, fechado en 1896, y el retrato de la infanta Margarita dentro de la serie tardía de «Las Meninas», realizado en 1957. Junto a ellas, otro par de originales de artistas del entorno picassiano y que son propiedad del museo: Joaquín Torres-García y Manolo Hugué.
No son los únicos nombres con protagonismo en este tiempo, como se ha subrayado con autores de la talla de Paul Klee, Georges Braque, Oskar Kokoschka, Henri Matisse, Henri Laurens, Max Ernst, Malevich, André Derain, Raoul Dufy, Albert Gleizes, Rodney Graham, Degas o Santiago Rusiñol.
Con este punto de partida, la exposición da paso a los documentos, como las fotografías de algunas de las 79 que ha acogido y que permite conocer la evolución sobre cómo presentar estos trabajos. En este tiempo, se han combinado las técnicas clásicas y algo más sobrias con las nuevas tecnologías, como el holograma que permitió recrear en tres dimensiones la escultura «El hombre del carnero» o los frescos para el Museo de La Paz, en Vallauris. Una mención aparte la mereció el montaje de la exhibición de los libros ilustrados por Picasso y que permitía al visitante pasar las páginas de estos volúmenes.
Otro elemento interesante es la presencia de la totalidad de los carteles de estas exposiciones y que nos ayudan a conocer la evolución del diseño gráfico. Igual pasa con los catálogos: desde la sencillez de la muestra dedicada a la colección de Jaume Sabartés, fundador del museo y secretario del artista hasta las más recientes, como la dedicada al cuadro «La vida», hasta esta semana en las salas del centro barcelonés. Todo ello demuestra que el Museo Picasso sigue respirando arte.
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