
Disturbios
Gràcia festiva
El barrio centra sus esfuerzos en reducir el ruido nocturno

BARCELONA- La fiesta mayor de Gràcia, que da comienzo el jueves, se ha convertido en una cita ineludible para los barceloneses que no tienen más remedio que pasar el mes de agosto en la ciudad. Del 15 al 21 de caluroso agosto, guirnaldas, flores de celofán, árboles de porexpan y demás adornos toman el barrio para deleite de los visitantes.
En esta edición, el Ayuntamiento y la organización, tras el éxito de las limitaciones horarias, han hecho especial hincapié en la reducción de ruidos. Para ello, el número de limitadores de sonido ha aumentado hasta los 47 en diferentes escenarios, un 25 por ciento más que el año pasado.
Así las cosas, los vecinos apuran estos días para engalanar unas calles que, a diferencia de otras ediciones, presentan todavía un aspecto muy incipiente. «Es normal. Cuando empezamos a trabajar en las calles, allá por marzo, somos apenas tres o cuatro personas. Estos últimos días llegamos a ser casi 30. Pero sí que vamos un pelín retrasados», explica Lidia, una veterana de las fiestas, mientras envuelve una sardina de porexpan, de los más de 1.200 peces que decorarán la calle Verdi, en papel de aluminio. Los vecinos de esta calle, famosa por los ambiciosos y exuberantes proyectos decorativos que alberga, están convirtiendo el espacio en un inmenso océano. «Ni siquiera nosotros sabemos muy bien qué aspecto tendrá una vez acabado. Cada año me sorprendo con el resultado», añade. A su lado, Carlota y Sergi, de nueve y siete años respectivamente, no esconden la alegría que les suponen las fiestas. «Por una semana no hacemos los deberes de verano», apuntan. Los niños esperan con especial ilusión la «nit llarga», la víspera del comienzo de las fiestas en la que los vecinos pasan la noche en vela para acabar la decoración y dejan trasnochar a los más pequeños. «El año pasado aguanté hasta las ocho de la mañana», dice Carlota.
Y es que una cosa que lamentan los participantes es la falta de implicación de los nuevos vecinos, lo que provoca que año a año las calles engalanadas sean menos. Respecto al año 2012, se reducirá el número de calles que participan en el concurso, ya que ha pasado de 18 a 17, cuando hace diez años eran 25.
La decoración de la calle Mozart arrastra una buena reputación de las últimas ediciones hasta el punto de colocarse al nivel de las favoritas Verdi y la plaza Rius i Taulet. Mozart sorprendió a propios y extraños el año pasado con una feria de «freaks» que bien podía haber protagonizado una película de Pixar. Para esta ocasión han optado por llenar la calle con globos aerostáticos hechos con materiales reciclados. En la entrada, un cartel escrito en cinco idiomas pide ayuda a cualquier interesado. «Necesitamos más manos», explica Ricard. «Cuando diseñamos la decoración sobre el papel nunca nos hacemos a la idea del trabajo que supondrá. Así que cualquier ayuda será bienvenida», añade. Entre el resto de calles, destacan los dinosaurios de Fraternitat, la imprenta de Joan Blanques o la granja de animales de Llibertat.
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