Museos
La cerámica noucentista toma el barrio de Sant Martí
Descubren siete piezas de Josep Aragay en una antigua escuela
Descubren siete piezas de Josep Aragay en una antigua escuela.
El arte de la cerámica crea una extraña familiaridad en todo aquel que la observa, como si sus baldosas u objetos decorativos creasen un vínculo instantáneo con la historia y sintieses por ello una sensación de pertenencia y significado. Son obras cálidas por su creación y por su expansión emocional. Los hombres históricos necesitan el confort de la sucesión, un relato que lo lleve de un principio a un final, y en esto la cerámica es un gran bálsamo. Calientan, sí, toda cerámica calienta el cuerpo y el alma y de paso despierta la imaginación.
Y si nos situamos en plena era noucentista, este efecto se multiplica por tres. Puede que sean sus colores neutros, que acompañan como un arrullo, que no gritan ni amenazan, sino que simplemente acompañan. O puede que sean sus dibujos simples, que utilizan figuras jóvenes en situaciones cotidianas, que son una reafirmación de la vida sencilla y la emoción de estar vivo, sin muchas más exigencias. O puede que sea una combinación de todo esto. El caso es que si alguien le gusta la cerámica, le gusta más que nada la noucentista.
La última muestra se acaba de descubrir, prácticamente por sorpresa, en un edificio olvidado del barrio de Sant Martí. Todo lo inesperado siempre produce una emoción extra. De esta forma, el ayuntamiento presentó ayer un conjunto de siete cerámicas del artista Josep Aragay, una de las figuras del noucentismo catalán, que según todos los catálogos de su obra figuraban en paradero desconocido. Sin embargo, acaban de ser redescubiertas en el edificio Pere Calafell del barrio de Sant Martí de Barcelona.
Las piezas estaban en el pasillo central de esta antigua escuela, situada en el número 184 de la calle Andrade y convertida provisionalmente en espacio expositivo, mientras espera una remodelación para albergar una guardería municipal. Las cerámicas de Aragay (Barcelona, 1889 - Breda, 1973) estaban desde hace años en este espacio, y «seguramente fue su traslado a este entorno escolar lo que hizo que se les perdiera la pista», indicó ayer el consistorio.
Se trata de unas baldosas decoradas con motivos infantiles -escenas de niños y niñas jugando- que Aragay creó en su taller de Breda (Girona) en 1931. Las piezas fueron diseñadas a partir de un encargo para decorar la sección infantil del Instituto Antituberculoso y Dispensarios Blancos de la Caixa de Pensions per a la Vellesa i d’Estalvis, situado en el número 20 del Passeig de Sant Joan, entonces denominado Passeig de la República.
Auténticas joya
Los especialistas han podido constatar que las cerámicas corresponden a la obra del artista barcelonés porque justo en el Museo Municipal Josep Aragay de Breda se encuentran los esbozos que hizo de las piezas. La comparación de estos esbozos con la obra mural ha permitido verificar el descubrimiento, que hicieron los miembros del Centre d’Estudis Sant Martí de Provençals.
Los expertos en la obra de Aragay, autor de las cerámicas que decoran la fuente de Santa Anna del Portal de l’Angel de Barcelona, califican estas cerámicas como «joyas del novecentismo cerámico». El Museu Josep Aragay de Breda, el Centre d’Estudis de Sant Martí y el Ayuntamiento de Barcelona se están coordinando para organizar una exposición en el espacio expositivo Pere Calafell de estas cerámicas, en la que también se mostrarán los esbozos originales y se explicará la relevancia y significado de este descubrimiento. Ahora sólo hay que disfrutarlos.
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