Barcelona

Los mártires, testigos de fe y de perdón

La Razón
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Hoy, 13 de octubre, se celebrará en Tarragona la beatificación de más de quinientos hermanos nuestros en la fe que dieron la vida por amor a Jesucristo en diferentes lugares de España, durante la persecución religiosa de los años treinta del siglo XX. Fueron muchos miles los que entonces ofrecieron este testimonio supremo de fe y de perdón. La Iglesia, siguiendo una tradición que viene desde sus primeros tiempos, siempre ha honrado a los mártires de Cristo. Ahora, Dios mediante, lo hará con este nuevo grupo.

Desde el año 1987, cuando tuvo lugar la primera beatificación en Roma de mártires de nuestro país –las religiosas carmelitas descalzas de Guadalajara–, han sido beatificados 1.001 mártires, de los cuales once han sido también canonizados. Ahora, con motivo del Año de la Fe –y por segunda vez, después de la beatificación de 498 mártires en Roma en 2007–, se ha reunido un grupo numeroso de personas que dieron su vida por Cristo –520 exactamente–, que serán beatificadas en Tarragona.

Podemos decir que en este grupo están representados todos los estamentos que forman el Pueblo de Dios. Hay tres obispos: Salvi Huix , que lo fue de Lleida; Manuel Basalto, de Jaén, y Manuel Borrás, que fue obispo auxiliar del arzobispo de Tarragona, el cardenal Vidal y Barraquer.

Hay también un buen grupo de sacerdotes diocesanos, sobre todo de Tarragona, y muchos religiosos y religiosas de unas 24 órdenes y congregaciones, entre los cuales los veinte primeros benedictinos mártires de la abadía de Montserrat. También hay seminaristas y laicos, la mayoría de ellos jóvenes, y personas mayores, hombres y mujeres.

Los obispos de la Conferencia Episcopal Española, en la pasada Asamblea Plenaria, hicimos público un mensaje sobre esta beatificación. Lo titulamos «Los mártires del siglo XX en España, testigos de la fe firmes y valientes». Como lema de la declaración escogimos estas palabras de Benedicto XVI: «Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el don más grande del amor con el perdón de sus perseguidores».

Los obispos deseamos que este acto de Tarragona, en el Año de la Fe, sea una ocasión de gracia, de bendición y de paz para la Iglesia y para la sociedad. Vemos los mártires como modelos de fe y, por lo tanto, de amor y de perdón. Les pedimos, como intercesores nuestros, que nos ayuden a profesar con integridad y valor la fe de Cristo.

Los mártires murieron perdonando. Por eso son mártires de Cristo, que en la cruz perdonó a sus perseguidores. Como dice el mensaje que he citado, «celebrando su memoria y acogiéndose a su intercesión, la Iglesia quiere ser sembradora de humanidad y reconciliación en una sociedad castigada por la crisis religiosa, moral, social y económica, en la que crecen las tensiones y los enfrentamientos».

Para nuestras diócesis, esta beatificación de Tarragona –un acto eminentemente eclesial– ha de ser sobre todo una llamada a la conversión para asumir, en medio de la sociedad actual, las exigencias de la fe. Como lo hicieron tantos herma nos y hermanas en unas circunstancias mucho más difíciles que las nuestras.